Tres interesantes libros envió como nuevo proyecto Seguros Bolívar bajo el título Colección de Arte Contemporáneo 2013, cuyos tomos están dedicados a resaltar artistas colombianos. Dos interesantísimos y valiosos como son María Fernanda Cardoso y Oscar Muñoz. Artistas que tienen sin duda una presencia internacional y un trabajo auténtico, temático, sistemático y original dentro del mundo de la imaginación creadora a nivel internacional. No hay duda que cualquier escenario es propicio para sus trabajos que trascienden fronteras. Ya nadie es mejor o peor por pertenecer al mundo con un escenario económico. Ahora, el tercer artista en discordia es Luis Roldán, un capricho que desvaloriza el gran esfuerzo y no es nada cercano a la magnitud de los otros.
De todas formas son libros muy bien hechos que, en sus propios textos se dedican a hacer un recorrido a través de la obra de cada artista. Retoman textos importantes de tres autores cuyos ensayos nos muestran los distintos recorridos creativos y nos permiten tener el acento internacional de los dos idiomas. Intento que cambia de rumbo a los acostumbrados libros decorativos para las mesas de la sala que, tal vez se ojearon mientras pasaba el tiempo de una espera, pero en realidad fueron poco leídos. Vaya uno a saber si estos más concisos llamarán la atención a los lectores. De todas formas, Seguros Bolívar continua la loable misión de reconciliarnos con la historia del arte de nuestro país y dejar testimonio de documentos que servirán para recopilar la otra historia de Colombia que dejaron artistas —buenos y malos— del siglo XX y, que ahora da un paso adelante con su nueva colección. Con el criterio enajenado de la mezcla.
Hoy nos interesa María Fernanda Cardoso. Mujer genial que nació en Bogotá en 1963. Estudió en la Universidad de los Andes, emigró a Estados Unidos y hoy vive feliz con su familia en Sidney, Australia. El ensayo de Tanya Barson Fíjate en esta pulga hace referencia una de sus obras que tuvo una enorme demanda en todos los museos del mundo.
Ella como investigadora científica siguió de cerca no solo el comportamiento del animal sino que continuó después con la interpretación del acto reproductivo en la serie reciente que tituló Órganos Copulatorios, que se entiende bajo la sigla Moco.
Para volver al comienzo del título de la pulga —que, según las notas de pie de página hace referencia al poema del poeta John Donne (1572-1631)—. En el Circo de pulgas la artista es una real domadora que conoce sus habilidades y corrige sus debilidades con pequeños instrumentos que ayudan a la presentación de los actores. Cardoso tuvo en él todo un elenco representativo del universo circense: la pulga bala que salía de un cañón diminuto y saltaba mil veces más que lo que ella sola podía lograr, estaba la bailarina que, vestida con el rigor de sombrilla del tutú baila, la trapecista que camina sobre un hilo o el hombre — perdón, la pulga— que camina hasta llegar a la cima del monte Everest. A todo este andamiaje que, significó también un estudio dispendioso de la historia de los circos o que atravesó dos perspectivas muy diversas a la forma de observar: el mundo del micro con microscopios al mundo macro del espectáculo que realizó con el video del artista Ross Rudesch , María Fernanda Cardoso cambió la perspectiva de lo normal.
Esa fue una época muy interesante de su historia creativa, que comenzó con una investigación en la década de los ochenta donde estudia e interpreta las raíces de América y su coyuntura fatalista del imperio colonialista que trabajó con mundos orgánicos como el símbolo del maíz sembrado en medias de nylon o, la interpretación de los pisos coloniales que utilizaban huesos de animales para rellenar los huecos en medio de las piedras y, que ella en su ironía llamó Mármol americano.
Su primer premio fue en la segunda Bienal de Arte en el Mambo donde muy tempranamente comenzó un propósito de su obra que es encontrarle movimiento a la repetición de formas animales. Buscó encontrarle una geometría rigurosa a una corona de lagartijas que fue la primera historia de muchas en su manera de condensar la morfología en situaciones exactas. Ella ordena lo imposible: cadenas de abejas, enormes círculos de sapos, calidoscopios de alas de mariposa, círculos exactos y ópticos de lenguas del mismo animal.
Hoy vive en Australia y el interés por el mundo marino le ha cambiado. Le interesa la geometría de las constelaciones de las estrellas de mar o los círculos perfectos de la geometría de los caballos de agua salada.
Nadie interfiere con la naturaleza viva. Todo, ya muerto y disecado, es la historia de la prolongación inerte de la vida.