La Fundación Mapfre en Madrid tiene una interesante colección de las obras de Joan Miró que reúne diferentes épocas de sus múltiples series. Algunas de ellas desconocidas en donde surge como en todas, la búsqueda del pintor catalán de su mundo interior, así como la expresión de su conexión con lo cotidiano. Pese a su aparente ingenuidad, los acontecimientos del mundo afectan profundamente su manera de crear: la Guerra Civil Española y la Primera y Segunda Guerra Mundial entran en conflicto con ese otro mundo optimista que proviene de un estadio más libre de la expresión de Miró. El artista no fue para nada casual; se preocupó por el valor de la meditación frente a su propia obra con el fin de alcanzar honestidad en su trabajo. De hecho, la obra de Miró que tiene una apariencia alegre, en últimas etapas nos muestra una propuesta donde es importante la profunda lectura en el silencio.
Miró se preocupaba porque cada serie de su trabajo tuviera rasgos específicos que son las claves para ir descubriendo las preocupaciones del momento. Así, unos de los elementos inherentes en el arte de Miró es la continua metamorfosis de sus motivos y de los materiales utilizados. Sus ideas se transforman en signos y los signos en símbolos que se encuentran en una perpetua trasformación. Miró sabía que en cada exposición se enfrentaba a sí mismo y cada vez buscaba una manera actual de no repetir su lenguaje ya consagrado. Por eso en él hubo siempre una capacidad de renovación perpetua sin nunca perder su esencia.
Las constelaciones en el amor de una mujer, 1941
Durante la década de los veintes del siglo pasado aparecen en su trabajo temas que llegaron para quedarse: la estrella, la insinuación de una mujer, personajes extraños que habitan en su trabajo, y el vuelo de pájaro que también refleja sus preocupaciones por la situación de la Primera Guerra en Europa. Ya en la década de los 40 aparecen sus bellas constelaciones. En 1969, entran unas manchas de color negro profundo. En el vuelo de los pájaros – el tema celeste en la pintura de Miró - aparecen rotundas alas negras, signos de vuelo y de cuerpo que se conjugan en la imagen. En sus palabras: “Nosotros los catalanes creemos que hay que tener los pies sólidamente sobre la tierra para poder divagar por los aires. Cuando bajo a la tierra de vez en cuando es para poder saltar más alto después.”
Mujer frente al sol, 1950
El cielo y el subsuelo pueden ser los territorios de sus cuadros, las fronteras de sus sueños que acaban siendo fronteras infinitas. El cielo puede ser también el universo y el más allá, así como el subsuelo puede comenzar cuando la vida empieza o cuándo termina en la muerte. Se trata de nuestro mundo donde los sueños sin leyes nos transportan a geografías no predeterminadas.
Vuelo de pájaro, 1968
Jean Miró nació en Barcelona en 1893, París le ofrece la posibilidad de formarse intelectualmente y de conectarse con las corrientes de vanguardia de su época: Futurismo, Cubismo y Surrealismo. Pero es Mont-roig, un poblado en Tarragona, la geografía que será siempre referencia en su obra. Murió en 1983 un 25 de diciembre en Palma de Mallorca.