Mientras sus compañeros de clase jugaban en el recreo, Ana María Rey buscaba una ecuación para entender porqué rebotaba la pelota. Ella sabía que si lograba describir su movimiento llegaría a comprender el comportamiento del mundo. Como pocos niños creció amando las matemáticas, por eso siempre vio más allá de sus ojos. Prefirió jugar con materiales invisibles como átomos y moléculas porque sabía que a través de ellos podía entender porque su muñeca no podía mover las manos.
Esa pasión in crescendo dejó de ser imaginaria cuando Ana María entró a la Universidad y encaminó sus preguntas. Empezó en la Universidad de Los Andes de Bogotá, su ciudad natal y siguió con un PhD en la Universidad de Maryland. Fue investigadora postdoctoral en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, y obtuvo una beca postdoctoral en el Instituto de Física Atómica, Molecular y Óptica Teórica en el Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica. En este momento está becada en la Universidad de Colorado en Boulder donde trabaja como asistente de investigación en el Departamento de Física.
Gracias a su largo recorrido por la academia, hoy a sus 36 años, fue reconocida con una beca de 500 mil dólares otorgada por la Fundación MacArthur que busca apoyar su último estudio sobre “sistemas de óptica de celosía ultra-fríos”, un término que sólo entienden los especialistas pero que la convierte en un genio. Esta colombiana hace parte de los 24 seleccionados que formal el grupo de artistas, innovadores sociales, científicos y humanistas que trabajan para mejorar la condición humana.