Hace poco hablaba yo con una joven a la que aprecio profundamente. Muy preocupada me preguntaba por la causa de los suicidios en jóvenes y adolescentes en nuestro país y en el mundo. La verdad no supe qué decirle; no soy psiquiatra ni psicólogo como para atreverme a dar una respuesta acertada. Al menos no desde la óptica profesional.
Al respecto hablaré solo desde lo que he notado de algunas conductas comunes en esta época, que nos podrían dar luces frente al tema. Conductas que claro, distan mucho de lo que fue la infancia de los 'jurásicos' como nosotros Lo primero que diré, es que he encontrado una infinidad de muchachitos a los que alguien les está haciendo creer que son la generación perfecta.
Son chicos y chicas que nacieron en una época donde la competencia y la tecnológica lo abarcan todo, incluso la mente de las personas. A esta generación le hicimos un daño tremendo porque no les permitimos fallar, no los dejamos tomar ciertos riesgos, pero sobre todo, no les enseñamos a perder.
Es increíble, pero más de 400 años después que Shakespeare estrenara en Londres su obra trágica Romeo y Julieta, son muchos los jóvenes que optan por el suicidio como solución al desamor; de hecho, la principal causa del suicidio en los jóvenes de nuestro país, son las decepciones o rupturas amorosas.
Las otras causas, según cifras de Medicina Legal, son las enfermedades mentales, las crisis económicas y la falta de empleo. Según la Organización Mundial de la Salud OMS, más de 300 millones de personas en el mundo padecen depresión, y lo más preocupante, es que hay infinidad de enfermedades y patologías que ni siquiera sabemos interpretar, y esto, sumado a nuestro poco interés en el tema hace difícil perfilar a tiempo a un potencial suicida.
Muchos nacidos en esta autodenominada 'generación perfecta' no fueron preparados para enfrentar las dificultades del mundo; creyendo hacer bien, los padres les fuimos solucionando todo. El mismo Estado, en su afán de reivindicar los derechos de los niños, nos fue dejando a los padres, tutores, y maestros de educación, sin herramientas para inculcarles normas o impartir disciplina.
Si la desaparecida Gilma Jiménez estuviera viva, tal vez me abofetearía; pero hay que reconocer que, por ejemplo, la ley de infancia y adolescencia es más lo que resta que lo que aporta a problemática. El exceso de garantías está desdibujando a la generación perfecta. Hemos metido a estos chicos en una burbuja de la cual salen a medida que crecen y ellos mismos se van de jeta contra el planeta. Ya no hay esfuerzo para forjar logros. Estos chicos ya no van a una biblioteca, y muchos llegaron a bachiller sin haber leído un solo libro en su vida, porque hoy hasta los trabajos del colegio se basan en copiar y pegar desde el rincón del vago.
La generación perfecta son millones de jóvenes y adolescentes buenos y con sueños... ¡Son nuestros hijos por Dios! Y muchos van rumbo al caos por nuestra permisividad; porque en el afán de protegerlos terminamos por criar "pelaos mantequilla", esos que no saben ni cómo se cambia el papel higiénico en el baño.
Una cosa es darles amor, no maltratarlos físicamente, decirles cuánto los amamos y bla, bla y bla, pero se nos fue la mano y en el proceso, por tanto "amor", los metimos sin querer en una Matrix fantástica donde el hedonismo parece ser la cultura que ha de subyugar al final a la generación perfecta.