La Gata y el monstruo
Opinión

La Gata y el monstruo

La Gata y Piedad, inmensamente poderosas y enredadas en sus ambiciones: una quiso usar el dinero para comprar poder, la otra pretendió utilizarlo para enriquecerse

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enero 29, 2024
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Ambas eran de la Colombia profunda; ambas tuvieron un origen humilde; ambas eran afrocolombianas; ambas alcanzaron un inmenso poder; ambas tuvieron cercanía con grupos ilegales y terminaron en líos con la justicia.  Tenían prácticamente la misma edad y, además, fallecieron con una semana de diferencia.

No se puede decir que las de Enilce López y Piedad Córdoba hayan sido unas vidas paralelas, pero sin duda el periplo vital de estas dos mujeres, fallecidas en los últimos días, sí tuvo muchas coincidencias.

Enilce López, más conocida como la Gata, nació en Sucre, pero vivió la mayor parte de su vida en Magangué. En ese caluroso pueblo de Bolívar, la Gata arrancó como agiotista  y cuando logró amasar una pequeña fortuna se involucró en el negocio del Chance. Allí construyó su emporio económico y político.

A punta de sobornos a los gobernantes, doña Enilce logró adueñarse del negocio del chance en toda la costa Atlántica y al apropiarse de ese negocio se adueñó de los políticos, a quienes financió masivamente. Prácticamente no había político costeño que no acudiera a la Gata para costear su campaña. Ese entramado de plata y corrupción reinó por muchos años en la Costa.

A ese coctel de política y plata se le sumó otro ingrediente letal: el paramilitarismo. Incluso un hijo de la Gata terminó condenado por la justicia por auxiliar a grupos paramilitares. Mientras la Gata permaneció en la sombra la cosa le funcionó muy bien. Pero cometió el error de dejarse seducir por la vanidad y el poder y de hacerse visible. Un poco lo que le pasó a Pablo Escobar. Y entonces se volvió una figura pública y los ojos de las autoridades comenzaron a posarse sobre ella. Tanta riqueza y tanto poder no eran normales.

El emporio que montó la Gata comenzó a derrumbarse en el 2006, cuando fue detenida, acusada de lavado de activos y del asesinato de un guardia de seguridad. Su salud tuvo un gradual y profundo deterioro hasta que finalmente falleció el pasado 13 de enero. Jamás reconoció los crímenes que se le imputaban.

Aunque Piedad Córdoba nació en Medellín, sus padres eran chocoanos. A diferencia de la Gata, Piedad sí tuvo formación académica: se graduó de derecho en la Pontificia Bolivariana. Su nombre comenzó a hacerse notorio durante el proceso 8.000, cuando se convirtió en uno de los principales defensores de Ernesto Samper. Las sospechas sobre ella arrancaron en esa época porque a Samper su defensa no le salió gratis y sus escuderos fueron generosamente recompensados por ese apoyo. Basta recordar que a Heyne Mogollón, el congresista que pidió absolver a Samper, le construyeron una carretera al frente de su finca, en Córdoba.

Diez años después Piedad volvió a cobrar notoriedad por su cercanía con Hugo Chávez, que le permitió convertirse en mediadora para la liberación de los secuestrados por las Farc, organización también muy cercana a los afectos del entonces mandatario venezolano. Y como los amigos de mis amigos son mis amigos, Piedad termino haciéndose íntima de los comandantes de las Farc. Así lo testimonian los correos encontrados en el campamento del abatido cabecilla Raúl Reyes, en los que Piedad, usando el sobrenombre de Teodora Bolívar, aparece manteniendo fluida comunicación Reyes y con otros jefes guerrilleros.

A esos correos no se les dio validez jurídica por un asunto formal: porque la cadena de custodia de los computadores no se respetó. Pero jamás se dijo que lo que esos computadores contenían no fuera cierto.

Ciertamente gracias a la intermediación de Piedad, o Teodora, muchas personas que estaban en poder de las Farc, entre ellas Clara Rojas, recuperaron la libertad. Pero al parecer Piedad o Teodora sacó réditos políticos y económicos de esas gestiones. Parece que no era muy aficionada a hacer favores gratis.


Una de las pruebas de que las gestiones de Piedad o Teodora no eran desinteresadas es el dramático testimonio de Ingrid Betancourt


Una de las pruebas de que las gestiones de Piedad o Teodora no eran desinteresadas es el dramático testimonio de Ingrid Betancourt: según la excandidata presidencial, Piedad o Teodora fue responsable que su cautiverio fuera tan prolongado porque se opuso a que las Farc la liberaran, pues quería esperar el momento adecuado para hacer un show con esa liberación, para obtener beneficios políticos. Cuando le preguntan a Ingrid que describa con una palabra a Piedad o Teodora no duda en afirmar: “un monstruo”.

Con la muerte de ese “monstruo” finiquitan los procesos judiciales que se adelantaban en su contra. Pero las dudas sobre sus comportamientos persisten. Jamás se sabrá por qué portaba casi USD 70.000 en efectivo cuando fue detenida en Centroamérica. O cómo eran sus nexos con su hermano, extraditado a Estados Unidos y quien acaba de admitir su responsabilidad en el delito del narcotráfico, que le imputa la justicia estadounidense.

La Gata y Piedad: dos mujeres que fueron inmensamente poderosas y terminaron enredadas en la maraña de sus ambiciones, sus caprichos, sus mezquindades y sus vanidades. La una quiso usar el dinero para comprar poder y la otra pretendió utilizar el poder para enriquecerse. Unidas en su efímera gloria y unidas en su triste final.

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