El volante colombiano James Rodríguez regresó a la selección como la principal esperanza de gol en un equipo que lleva tres partidos sin marcar. James regresó y no precisamente en el mejor momento de su carrera. Su arranque en la liga de Catar no fue el mejor, ya que, aunque ya marcó un gol, también protagonizó un penoso espectáculo en la última fecha que jugó cuando fue expulsado después de empujar a uno de sus compañeros. Sin embargo, estamos tan mal que nos toca recurrir al mal menor: llamar a un hombre que los jugadores no quieren dentro del equipo.
Porque no hay que esconder el sol con un dedo, James se fue de la selección por pedido de algunos jugadores, entre los que se contaba Muriel quien habría encuellado a James en Barranquilla previo al partido que la selección contra Uruguay, y de las declaraciones de las que se habría arrepentido después Juan Guillermo Cuadrado, queda claro que los tres empates en las últimas fechas de la eliminatoria, contra Brasil, Uruguay y Ecuador, en donde no se pudo marcar un solo gol, es una brecha que el técnico vallecaucano no pudo salvar. Por eso, ante la falta de generación de juego que alimente a los artilleros de la selección, no queda otra opción que la de recurrir a James.
James fue, hasta hace muy poco, el referente máximo del equipo nacional, hasta el punto de que no se podía concebir una formación sin que el cucuteño estuviera. Su caída, reflejada en las lesiones y en los problemas que ha tenido con sus técnicos, lo alejaron del nivel que necesita un seleccionado. Pero, ante el pobre nivel de Quintero, ante la indisciplina de Cardona, ante los pobres resultados de todos los que han intentado reemplazarlo, no hay otro camino que el de recurrir a él. Es tan grande que salvará las castañas del fuego. Está tan seguro de esto Reinaldo que, sin problemas, tuvo que recular y llamar al ídolo máximo. ¿Se resentirá el grupo por esto?