Vivimos en una sociedad en la que todo es líquido o efímero, algunas personas no son de confiar, y lo que antes era transparente ahora parece ser muy difícil de identificar.
Para muchos, el comunicador solo es un trabajador que sale por la tele a enunciar las noticias y tendencias en el mundo, pero para quienes ejercemos esta maravillosa carrera es mucho más que eso.
El comunicador, por medio de su voz, oratoria y confianza, tiene el poder de emitir las situaciones alegres, complejas, dramáticas, y de todo tipo que tienen lugar en un tiempo y espacio definido. Sin embargo, este ejercicio se ha visto manchado por la falta de honestidad, “al exagerar los titulares, en el tratamiento de la nota, al buscar el ángulo fotográfico más impactante para motivar el morbo en los receptores; se falta a la justicia, al tomar la imagen sin el debido consentimiento; se abusa de la libertad de expresión al transmitir temas para adultos en horario de niños o programas de concursos que son una burla para los participantes” (Suárez, Luis. 1996).
La manipulación de la información ha aumentado de manera escandalosa en muchas partes del planeta, y nada se está realizando para frenarla. En Colombia, por ejemplo, la mayoría de los dueños del cuarto poder (los medios de comunicación) son personajes relacionados con la política, quienes deciden de manera favorable qué sale o no al aire, desinformando y persuadiendo a los ciudadanos al lado de la balanza que más les conviene.
Como respuesta a ese adoctrinamiento, muchos comunicadores, redactores, publicistas y camarógrafos se han puesto a la tarea de crear medios alternativos para llevarle a la gente información verás y de calidad, proceso que se ha realizado gracias al uso de las nuevas tecnologías.
Desde que vivimos en una era digital se han producido muchos cambios, y los campos en los que se puede trabajar en comunicación ahora son muy variados. Aunque para el autor de este libro el compromiso de los comunicadores es animar el esfuerzo que hacen "emisores" y "receptores" para estrecharlos, y así realizar un diálogo abierto y franco para lograr una sociedad más justa y humana” (Suárez, Luis. 1996).
Para finalizar este artículo de opinión quiero manifestar mi apoyo a la cita que realicé anteriormente, considero que el comunicador tiene un inmenso poder cuando transmite su palabra, cuando cuenta la realidad de lo que ve, y mantiene su responsabilidad y claridad al momento de hacer este ejercicio.
Y aunque por lo visto muchos de mis colegas han decidido fallar a su ejercicio, somos muchos más lo que deseamos realizar cambios en la vida y pensamientos de los ciudadanos.