A todos y todas, a quienes se indignan con la extrema pobreza, con la brutal concentración de la riqueza, con la salud y la educación convertidos en negocios, con la desnutrición y la muerte en la Guajira, con las promesas incumplidas en Tumaco, en Buenaventura, en Chocó o en cualquiera de los muchos territorios de nuestro país azotados por el hambre, la miseria y la corrupción.
A quienes no queremos más falsos positivos, más genocidios políticos, más desplazamientos y despojos de campesinos, más líderes asesinados, más masacres, más indígenas y afrocolombianos exterminados, más desaparecidos, más torturados, más opositores perseguidos, más jóvenes lanzados de manera infame a la guerra.
A quienes no queremos más interceptaciones ilegales, más montajes judiciales, más traiciones a lo pactado, más saboteos a la paz. A quienes estamos cansados de componendas, de mermeladas, de manipulaciones y mentiras para reelegir presidentes, para hacer votar “verracos” a los colombianos, para perpetrarse en el poder y legislar a favor de sus intereses mezquinos y privados.
A quienes rechazamos una economía basada en la explotación irracional de los recursos naturales, en la contaminación de nuestras fuentes de agua, en el exterminio de nuestra biodiversidad, en el maltrato a los animales. Una economía que expone a nuestra casa común llamada Tierra a su agotamiento y destrucción, negando la posibilidad de vida para las generaciones venideras.
A quienes nos avergonzamos de que los líderes y los héroes de este país sean los Popeyes, los Escobar, los que queman libros, los que comercian con la fe, los que cambian de credo, de opinión, de principios, de discurso, de amigos y de enemigos cada vez que hay elecciones y negocios.
A quienes condenamos a los beneficiarios de Odebrecht, Reficar, Interbolsa, a los responsables de los desastres de Hidroituango, Chirajara, y tantas otras catástrofes nacionales. A quienes en cambio nos sentimos orgullosos y nos reconocemos en nuestros artistas, maestros, deportistas, trabajadores, agricultores, artesanos, científicos, emprendedores y creadores.
A quienes no creemos que el cambio y la renovación venga de aquellos que siempre han ejercido el poder, de quienes lo han heredado y lo traen escriturado por su apellido y su abolengo. Y a quienes tampoco creemos que la democracia depende de una persona o de un mesías, o de tecnócratas o intelectuales desconectados de la realidad, sino de la participación y del trabajo cotidiano y mancomunado de todos sus ciudadanos.
Invito a todos y todas los que estamos dispuestos a trabajar cada día de nuestras vidas por una sociedad incluyente, una sociedad que reconoce y celebra la diversidad y la diferencia, asegurando los derechos y el respeto a cada uno de sus habitantes. Los invito a trabajar para construir una sociedad en donde tener derechos deje de ser una suerte, una casualidad o un privilegio.
Los y las invito a reconocernos en esta comunidad de intereses, de principios, de anhelos y de sueños, a trabajar con generosidad, con compromiso. Los invito a no ceder al miedo, al desasosiego, a la impotencia, a reconocer la fuerza y el poder que tenemos si vamos unidos.
Los invito este próximo 17 de junio a apoyar la opción que nos permita hacer posible una nueva Colombia, una Colombia justa y digna para todos sus hijos e hijas.