En la oficina del viceministro de Interior Luis Ernesto Gómez se reunieron el 27 de febrero delegados de comunidades y ONGs que estaban pidiendo la participación del Gobierno para proteger el bosque de la Amazonía amenazado por una acelerada deforestación. El vice la tenía clara: debían apoyarse con recursos las comunidades indigenas y afros para que éstas se encargaran de la protección ambiental y lo dijo de frente: "En esos lugares la institucionalidad no está presente y montarla desde cero puede llegar a ser peor que la enfermedad que se pretende atacar. En estos casos es mejor que no haya Estado". La frase no gustó en la Casa de Nariño.
Diez días después, Gómez empacó la maleta. Publicó un trino de despedida, se ajustó la camiseta liberal y se fue a trabajar en la campaña de Humberto de la Calle.