La pasión no tiene fronteras. Lo que apasiona nos une. La fotografía es una forma de mostrar el alma del planeta, la humanidad y el universo, es una pasión que unifica.
India, Colombia, Canadá; Qatar, Nueva Zelanda, Inglaterra, Francia, Singapur, Australia, son solo algunos de los países a los que me ha unido a sus gentes la fotografía. Caí en cuenta, a medida que avanzaba el año, de “subir” fotos a la aplicación “Yourshot” de National Geographic. En esta aplicación cualquier persona puede montar sus fotos sobre naturaleza, gente, paisajes, comidas, y otras variadas categorías. Inicié con la esperanza de que algún día tendría la recompensa de ver galardonada una de mis fotos o incluso publicada en la revista. No soy tan bueno, todavía. Es otra la recompensa que me ha llegado, con el transcurso del tiempo y al observar las fotos de otras personas, en los cinco continentes, fui cayendo en cuenta que una pasión, la de la fotografía, nos une. Recompensa=Unidad. En la aplicación comenzaron poco a poco a marcar como bonitas mis fotos, personas allende los mares. Obviamente yo he marcado las que me gustan de gente que ni siquiera conozco remotamente. Sin embargo, los sentimientos que genera marcar y ser marcado, son asombrosos. Nos unen.
Se ve el alma de los fotógrafos al dilucidar los temas que apasionan, los efectos que ponen, la oportunidad captada de una vez en la vida, como la del viejo ayudando al nieto con un carro de madera, o los pájaros enfrentados con alas extendidas marcando territorio, o los atardeceres que al parecer nos fascinan a todos. Sí, la vida transcurre ante nuestros ojos al mirar fotografía tras fotografía del planeta y la humanidad. Ocultos pero visibles —qué paradoja— están los pensamientos que movieron a cada persona a oprimir el obturador de la cámara. A mostrar un fragmento de sí mismo reflejado en lo que sus ojos admiraron.
De muchos no tengo idea de cómo pronunciar el nombre, (Jolliffe, Goralska, Blosser, Troumbly, Sing, Djuranovi, Mukherjee), puedo aproximarme fonéticamente, pero no desde su idioma, desconocido obviamente. Pero me hace feliz entrar al área de sus fotos —a cada cual natgeo le asigna una— y deleitarme con colores, sabores imaginados, texturas aparentes, el alma en su máxima expresión. Incluso la envidia (de la buena) de haber podido ser el fotógrafo, hasta esto, une. Une también a personas de áreas en conflicto, la misma foto le gusta a un israelita y a un palestino. Las fronteras y con ellos los conflictos, se esfumaron. No podría ser de otra forma.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre los seres humanos? Ninguna. Frase trillada, sí; frase de cajón, sí, pero es química, física y espiritualmente imposible que una frontera salga en una fotografía. ¿Dónde perdimos la unidad que el planeta nos otorga? No lo sé. Doy las gracias a National Geographic por permitir esta unión planetaria alrededor de un tema común: la Vida.