El Senador Alex Flórez tiene una tabla de salvación, un faro para ser plenamente feliz:
Reconocer que tiene un problema con la bebida, porque la admisión es el primer paso de la recuperación, en el entendido que si el consumidor se niega a aceptar su impotencia, es poco o nada lo que puede hacer para vencer la adicción.
El Presidente del Senado Roy Barrera ha reaccionado con lo debido a su dignidad, con un comentario tan sensato como que un legislador no puede ejercer sus funciones en estado de embriaguez, la Comisión de Ética del Congreso está haciendo lo propio y la Procuraduría abriría una investigación contra Flórez.
La reacción institucional es comprensible –es su deber tomar esta posición– pero en términos de salud emocional la solución no es una sanción o amonestación, o si se quiere "sirve" en la medida es que "es tocar fondo", para admitir que "éramos impotentes ante el alcohol", como dice el primer paso de Alcohólicos Anónimos.
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Es cierto que se le ha venido el mundo encima al Senador Flórez, en donde la inesperada y tenebrosa realidad pondría en vilo sus sueños, pero esta se convierte en la salida para salir de la larga noche, el sendero para iniciar un proceso de recuperación, que conlleva incluso a una manera distinta de ver la vida, en donde lo menos importante es "salvar" la credencial de legislador, sino poner en "puerto seguro" su existencia.
Uno de los aportes de Alcohólicos Anónimos , es que el "consumo de alcohol" no es lo más importante, sino la consecuencia de una grieta en el alma, una desilusión terminal y un deseo de desaparecer para siempre.
Nadie bebe por beber –tampoco el Senador Flórez– el beber en exceso no es un acto deliberado o irresponsable –cuando se padece de alcoholismo– sino la búsqueda angustiosa por calmar un dolor, destilar un resentimiento, asimilar una pérdida irreparable, en asocio con una predisposición física- que no da espera, que nos consume en tenebrosas arenas movedizas.
En los años treinta, un corredor de bolsa y un médico cirujano estadounidenses –fundadores de Alcohólicos Anónimos– entienden que la única manera de eliminar la "obsesión por beber" es hacer un inventario de sus vidas, que les permita establecer cuáles fueron las razones exactas de esta obsesión, poniendo éstos como ejemplo la necesaria contabilidad anual de cualquier tienda de barrio.
Con el "inventario personal", se entra a "la acción", en afrontar ese cúmulo de razones, como perdonar a las personas que afectaron nuestras vidas, con la actitud de reconocer que esas personas también eran enfermas, y preguntarse entonces cómo podíamos ayudarlas, asumiendo una actitud de servicio, que nos blinda de la "primera copa".
Es reparar a las personas que le hicimos daño, entregando no sólo una "disculpa verbal", sino acciones contundentes, para reparar o minimizar ese daño, en cosas tan sencillas pero saludables como pagar una deuda o devolver un libro prestado.
Es ahí donde se ratifica uno de los pilares de Alcohólicos Anónimos:
Dejar de beber no se deja por "fuerza de voluntad", sino por un riguroso cambio de personalidad.
Alcohólicos Anónimos descubrió –como lo reconoció el psiquiatra alemán Víctor Frank– que esa sobriedad alcanzada con la "reparación emocional", se podía sostener cuando dos alcohólicos comparten su experiencia, fortaleza y esperanza, demostrando que compartir un problema común es un mecanismo para inmunizar y fortalecer a las personas del mismo.
Coletilla:
El Senador Alex Flórez tiene a su disposición diferentes programas recuperación -incluido Alcohólicos Anónimos- sin perder ese impulso al tocar fondo, que le permita adelantar ese proceso para dejar de consumir, en donde los ideal es que no se afecte su carrera política ni pierda su credencial, sino que desde su ejercicio congresional, ayude a quienes aún sufren de esta penosa enfermedad. Amén.