“Cayó Idi Amín en Uganda – Zaragoza también caerá– El Bagre será municipio”.- Con este aviso de primera página que se pudo leer durante varios domingos del año 1979 en las ediciones del diario conservador antioqueño El Colombiano, abrió plaza la campaña que hoy hace 43 años dio sus frutos cuando la honorable Asamblea de Antioquia le dio su apoyo de manera unánime al proyecto de Ordenanza número 22 del martes 30 de octubre, mediante la cual se creó un nuevo municipio en el departamento: el número 116 correspondiente a El Bagre.-
Y desde ese mismo día comenzaron las conjeturas para tratar de descifrar quién o quienes estuvieron detrás de semejante y loable propósito, que en el fondo era arrebatarle a Zaragoza no solo 1.563 kilómetros cuadrados de su territorio, sino de darle a sus habitantes la oportunidad de manejar los destinos de la nueva cabecera al leal saber y entender de sus dirigentes.- Que se hayan hecho mal o bien las cosas, eso será tema de los historiadores.-
Sin embargo el asunto que hoy nos ocupa tiene que ver con el personaje que se dio la pela total para lograr este objetivo, a pesar de que sus orígenes nada tenían que ver con El Bagre, por la sencilla razón de que nació en el municipio de Gómez Plata, un pueblo enclavado en las montañas del norte antioqueño, reconocido porque allí existe una cadena de embalses y centrales de generación eléctrica gracias al potencial de las aguas del río Guadalupe, que dio comienzo a un proyecto visionario que le permitió convertirse en uno de los principales productores de energía del país.-
Se llamaba Rodrigo Alfonso Mira Builes, hijo de Alfonso y Nazarena, quien nació el martes 1° de agosto de 1939, lo cual significa que hoy estuviera en su cumpleaños número 83, pero el destino le jugó una mala pasada a su familia y a sus más cercanos amigos cuando la muerte se los arrebató en la flor de sus 52 años de edad, los mismos que cumplió en cautiverio.-
Es allí donde comienzan las preguntas e interrogantes acerca de los motivos que condujeron a este hombre, que para ese momento era un acaudalado comerciante que había construido su riqueza con toda suerte de actividades económicas, pero sostenida siempre bajo los ingresos de la minería, para de la noche a la mañana levantarle los ánimos a una comunidad para que se emancipara y diera el paso de convertirse en el dueño de su suerte.-
Por eso, cuando se acude a una campaña de semejante calado apelando al nombre de un personaje que era un total desconocido para aquel pueblo poco amigo de las letras, llamado Idi Amín, tenía que estar bien convencido de que lo se venía era un triunfo monumental digno de llevarse una corona de laurel, o una derrota que le significaría la burla por el resto de sus días y de sus años hasta más allá de la cuarta generación.- Y fue a lo primero a lo que le apostó este personaje, cuya efímera y exitosa vida le alcanzó para hacer de El Bagre un municipio, al que hoy ni recuerdan ni agradecen.-
La publicidad que él contrató en el periódico El Colombiano para que los días domingos, cuando el diario conservador de Medellín registraba la mayor circulación en Antioquia, estaba sostenida sobre la historia de un dictador, cuyo nombre completo era Idi Amín Dada Oumee, nacido en Kampala – ciudad que se hizo famosa con una publicidad que preguntaba ¿Y dónde queda Kampala? – que le sirvió de modelo para hacer reflexionar a los bagreños acerca de la forma de gobierno que en ese entonces ejercía un copartidario suyo de nombre Rafael López Mejía, para que de manera civilizada, pero firme, tuviera su propia autonomía en el manejo de sus recursos porque ya había alcanzado la edad de ponerse los pantalones largos.-
Él sabía que la tarea iba a ser larga y tortuosa porque desde que le surgió la idea no encontró los aliados que lo acompañaran en semejante empresa, y por el contrario de lo que hoy dicen algunos, hasta los mismos que se beneficiaron con el paso de corregimiento a municipio, fueron sus principales contradictores.- Pero no hubo fuerza que lo convenciera de lo contrario, y por eso tampoco fue extraño que en una Feria de las Flores en Medellín sacara a pasear por las calles y avenidas de la capital un sencillo carromula adornado con la leyenda: “El Bagre será municipio”.-
Su historia personal dice que al principio estuvo por los lados de la ciudad de Cali en búsqueda del carbón en las hulleras de golondrinas, pero por cosas del destino su llegada a El Bagre casi que estaba escrita en las líneas de sus manos porque en ese pueblo estaba Zaro Builes que se ocupaba de una compra de oro, además de un hermano, Iván, administrador de una cantina a quien siempre se le recuerda como a la persona que falleció por un golpe seco que recibió de un enorme ventilador cuyas aspas enloquecidas le marcaron el camino que lo condujeron al más allá.-
Entonces hizo de todo.- Abrió una compra de arroz, también cultivó este cereal, manejó una cantina, tuvo un depósito, una lancha y otras ocupaciones, pero su olfato para hacerse amigo del oro le permitió en poco tiempo ganarse la fama de minero que refrendó cuando se encontró sin buscarla una guaca indígena por los lados de Puerto Gaitán.-
Aunque algunos atribuyen a este hallazgo el comienzo y la base de su enorme fortuna, la verdad es que todo se debió a su indómito espíritu de aventurero y de comerciante, lo que le permitió ser el poseedor de un número importante de minas ubicadas a lo largo y ancho de aquella región del Bajo Cauca, que tuvo a Puerto Claver y a El Bagre como los epicentros de sus actividades, que además tenían mucho que ver con la navegación fluvial con alcances hasta la ciudad de Magangué y a otros puertos, a donde enviaba en su propia embarcación los productos de las cosechas recogidas en las vegas de nuestros ríos.-
Entonces conoció en Puerto Claver a Julia Betty Olano Gómez con quien se casó y fueron padres de Rocío del Carmen, Rodrigo Alfonso, Sonia Aidé, Luis Fernando y Luz Elena, todos ellos profesionales y con raíces en El Bagre al que recuerdan como aquel pueblo en donde era posible tener al alcance de la mano la felicidad completa con solo salir a las calles cada vez que caían aquellos aguaceros bíblicos.- Y debajo de los chorros que permitían recoger el agua para el uso cotidiano, se ponían aquellos muchachos cuando a todos se les permitía salir a mojarse sin el temor de que los sorprendiera un ataque de fiebre o una feroz bronconeumonía.- Rocío, la hija mayor de aquella familia, recuerda aquellos tiempos al lado de sus amigas Iris y Rocío Navarro, Dani Toro, Ruby Mercado, Sixta Tulia Fernández y otras más, así como los sitios habituales para tomar un buen baño como en Santa Isabel, Villa y la Lucha.-
Fervoroso seguidor de las ideas del líder liberal por antonomasia y casi en las puertas de la presidencia de la República, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, se convirtió en un símbolo de su propio inconformismo al extremo de llevarlo a recitar de memoria las proclamas del caudillo del Pueblo, las que tenía en varios discos que hacía repetir hasta el cansancio en su casa, de manera que no fue extraño que una vez en la ciudad de Washington, en un sitio público y con más de catorce whiskies entre pecho y espalda, recitara a voz en cuello un discurso de más de diez minutos.- Así era él, dicen quienes conocían estos detalles.- Una de esas proclamas era la “Oración por la Paz”, cuyos finales decían de la siguiente manera:
“Impedid, Señor, la violencia. Queremos la defensa de la vida humana, que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del progreso de Colombia. Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a vuestros bienes!
Os decimos finalmente, Excelentísimo señor: bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!”.-
Para muchos eran más que evidentes sus contrariedades con el entonces alcalde Rafael López Mejía, también liberal como él, y quien gozaba del respaldo de los jefes de ese partido en Medellín, al punto de sostenerlo en el cargo por más de 18 años, tanto en Zaragoza como en los vecinos municipios de Segovia y Remedios, por ejemplo; pero lo que más le causaba roncha era la manera de ejercer el mandato que fue lo que lo llevó a compararlo con un dictador de la talla del negro africano Idi Amín, que años más tarde la prensa lo dejó en evidencia, tanto por las crueldades que ejercía en contra de su pueblo, hasta llegar al extremo del canibalismo con sus enemigos.-
De allí que no resultaba extraño que en las oficinas que tenía en Medellín recibiera a los grandes del momento: Bernardo Guerra Serna, César Pérez García, Piedad Córdoba Ruiz, Luis Alfredo Ramos y lo más granado de la política antioqueña, lo que aprovechó en buena manera para apalancar sus deseos de convertir a El Bagre en el municipio 116 del departamento.- También era el anfitrión de lujo cuando los recibía como en su casa en aquel pueblo que de buenas a primeras se vio visitado por personajes de la talla de Julio César Turbay Ayala en su campaña presidencial y hasta una ministra de Estado, María Elena Jiménez de Crovo, fue atendida de manera cordial en la caseta de Acción Comunal en los tiempo de la presidencia de Alfonso López Michelsen cuando estaba en pleno auge el Mandato Claro.-
Pero todo no era política y fueron muchas las bromas y chanzas que Rodrigo Mira patrocinó y ejecutó en fechas como los 28 de diciembre, día de los santos Inocentes, cuando aprovechó sus buenas relaciones con las autoridades de policía y bajo ese manto hizo poner preso al conocido Flaco Barranquilla, quien esposado y en paños menores fue paseado por las principales calles de aquel pueblo que estaba en medio de los jolgorios de las corralejas de 1977, mientras su esposa Fanny y sus hijos contemplaban aquella escena a la que nunca le dieron crédito porque se trataba de uno de los hombres más honrados y queridos por sus vecinos.- Alcanzaron a llevarlos al aeropuerto en donde estaba con sus motores encendidos un helicóptero que saldría rumbo a la Cuarta Brigada en Medellín, hasta que alguien se apiadó del pobre Flaco y lo pusieron en libertad y como recompensa le dieron una garrafa de aguardiente.-
Eran otros tiempos y en el aire ya se comenzaban a respirar las tensiones propias de una guerra larvada en aquellas montañas, de esa de la que nadie habla pero que sirve para llenar de temor a cualquiera y no fue en su tierra adoptiva en donde la violencia asomó el hocico de su crueldad, sino en uno de los barrios más tradicionales de Medellín que dio comienzo a su tragedia cuando fue secuestrado en un sitio público en el sector de Laureles.- De aquel lugar fue raptado el miércoles 3 de julio de 1991 y un mes y tres días después su cuerpo fue hallado en un fosa común a 54 kilómetros de Medellín, en un paraje rural de Santa Bárbara, camino a La Pintada, en el suroeste antioqueño.-
Los dioses del Olimpo quisieron que fuera su amigo de los últimos años y su más enconado contradictor en su batalla por la municipalidad el que diera con el sitio de su asesinato y lo reportara a la familia: Rafael “Chito” López Mejía, quien le describió a una de sus hijas las prendas y algunas pertenencias halladas para lograr su identidad.- Este episodio, nacido de una corazonada del ex alcalde zaragozano que desde que se enteró de la tragedia de su copartidario, tuvo la percepción de que una noticia de un N.N. hallado en ese lugar, algo tenía que ver con Rodrigo y hasta allá se dirigió, y con el correr de los tiempos se tejió una leyenda negra que de todas maneras no logró fracturar los lazos de amistad entre él y la familia Mira Olano.-
A ojos de muchos, don Rodrigo Mira, enemigo de hacer ostentaciones con su dinero, muchas veces lo gastó a manos llenas mientras su riqueza permanecía incólume y en abierto crecimiento y todo era gracias a la inercia que acompaña a los afortunados, me dijo alguna vez una persona muy cercana a quien mucho se le debe en El Bagre y al que le creyeron cancelar esa deuda con la instalación de una placa conmemorativa y el nombre de una calle, que a la postre fue recordada en algunos almanaques en donde los negocios vertían su publicidad, pero que a poco se ha quedado en el olvido.-
Con apenas 52 años vividos entre amigos, nuestro personaje fue definido como una persona que fue feliz porque vivió en una eterna parranda, mientras que ahora muchos nos parecemos a los cangrejitos de San Andrés, que asaltamos las conchas de los caracoles ajenos en la playa para meternos dentro y no construir las propias.-
Paz en su tumba y eternas gracias a Rodrigo Alfonso Mira Builes en estos 43 años de Municipalidad de El Bagre, así este año las fiestas estuvieran pasadas por agua.-
