Desde pequeños nos intentan enseñar la vida a través de fórmulas, reglas y ponen ante nosotros un manual de cómo hay que vivirla, qué es lo que podemos y no hacer. Nuestros familiares y nuestros círculos sociales nos implantan una visión de cómo debería ser nuestra vida, sin saber si es lo que queremos o si es la manera de empoderarnos. Empoderarse es la mejor manera de conocerse, de saber sus capacidades, de entenderse y saber hasta qué punto somos capaces de llegar con una imaginación dinámica. La imaginación es lo que nos permite ir más allá de lo que nuestros ojos son capaces de ver y cuando esta herramienta está enfocada, se convierte en el hilo conductor del éxito.
¿Cómo enfocamos nuestra imaginación hacia nuestros más grandes anhelos? ¿Quién nos puede dar una fórmula para vivir una vida basada en la materialización de nuestros sueños?
Como bien se conoce en el día a día, la vida es prueba y error. Intenta, vuelve a intentarlo, fracasa de nuevo, fracasa mejor. Nadie tiene una guía exacta para el éxito, nadie tiene una verdad absoluta. No obstante, tenemos modelos a seguir. Aquellas personas que han sido capaces de conseguir lo que nosotros aún no hemos podido. Para quienes están dispuestos a rendirse y tirar la toalla, deberían tener como referencia una persona exitosa. Una persona de la que se puedan inspirar, que su vida sea un ejemplo de superación ante cualquier adversidad. Nacimos para brillar a través de nuestra propia luz, no para soportar la oscuridad. Walt Disney perseveró constantemente y llegó a fracasar hasta el punto de comer de la basura, su sueño e imaginación eran más fuertes que el impulso de rendirse. Disney dijo una vez: “La risa no tiene tiempo, la imaginación no tiene edad y los sueños son para siempre”. Aunque la situación se complique, no te rindas, si te caes, levántate, quédate de pie y nunca dejes de avanzar.
Despabila que solo avanzando vas a lograr lo que te propongas. En primer lugar, debes tener un ideal claro y fuerte. La claridad es poder. Luego, ese ideal debe convertirse en un deseo ardiente, por el que darías lo que fuera por cumplirlo. Al haber tenido claridad y logrado sentir el deseo, debemos establecer ante nosotros una fe inmensa, capaz de mover cualquier montaña. La fe es una magia invisible y permite que cualquier cosa pueda ocurrir en cualquier momento. Además debemos tener una voluntad inquebrantable, es decir, persistir ante cualquier obstáculo. Los grandes sueños merecen grandes sacrificios. Para lograr el éxito personal e individual, cada persona debe estar dispuesta a pagar el precio del sueño. Sea cual sea el sueño, siempre se debe pagar un precio. Al fin y al cabo si fuera fácil, todas las personas lo harían.
En esta vida, todo te lo podrán robar, excepto tu sueño y tu actitud para enfrentar la vida. La verdadera diferencia entre hacerse un sueño y hacerse una ilusión es lo que haces en el día a día. Un buen pensamiento arregla un día pero una buena mentalidad arregla una vida. Comprometámonos a desarrollar una mentalidad que nos abra las puertas ante cualquier sueño. Ese que dice que no puede, hasta que lo logra. Disfruta lo que eres, vive el ahora. Valora el mañana. Y tú como te ves: ¿el vaso está medio vacío o medio lleno?