Mireya es recicladora desde hace 12 años, empezó a trabajar en el oficio porque cuando iba a buscar trabajo le pedían experiencia y estudios, y no los tenía, así que encontró en esta labor un sustento. “Lo más satisfactorio de mi trabajo como recicladora es que me pude comprar un apartamento, hice un ahorro en el Fondo Nacional y saqué un subsidio por la Secretaría de Hábitat y ya tengo mi casa en Usme. Hace poco me lo entregaron. Ha sido lo máximo, lo que uno siempre sueña. Eso sí, hay que guerrearla, hay que lucharla, empezamos ahorrando 40 mil pesos mensuales y a veces tocaba consignar y uno no los tenía, entonces tocaba apretar y rebuscar para juntar. Así, poco a poco, hasta que lo logré”.