Esto es resultado de un país sin conciencia y escrúpulos, donde el gobierno permeó todas las ramas del poder público y toda la sociedad colombiana con su pedagogía del falso perdón e impunidad, mancillando y escupiendo el principio de autoridad, guillotinando la Constitución, las leyes y el Estado de derecho con abundante mermelada, que brotó generosa e irresponsable del erario público, generando una ideología avasalladora de irrespeto y mofa de estos sagrados principios.
El cuestionamiento a los diferentes exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia —Leonidas Bustos, Francisco Ricaurte y Camilo Tarquino— para blindar decisiones y absolver en casos de parapolítica y corrupción, sin olvidar a Jorge Pretelt, y ahora el más reciente, este sí en ejercicio, Gustavo Enrique Malo, que realmente, no es malo, ¡en absoluto!, ¡es perverso!, desacreditan las otrora sin mácula cortes de justicia, que más bien parecen cortesanas o hetairas, que con sus jurisprudencias maniqueas y sesgo diabólico quieren posar de garantistas y justas.
Después de las graves denuncias contra sus compañeros hechas por el Dr. Jorge Pretelt no quedó títere con cabeza, develándose una serie de prácticas y maniobras deleznables y protervas, que no permiten confiar en la ponderación y equilibrio de sus decisiones judiciales.
Con fines políticos e inescrupulosos se han creado verdaderos carteles de testigos falsos, desmovilizados de la guerrilla y de las autodefensas, que entran en el juego de la justicia efectista y mediática cuando hay que golpear, despedazar, enlodar, calumniar deshonrar y acusar a algún personaje de la vida pública; y lo hacen por dinero, venganza, retaliación, por obtención de rebajas, trato especial y privilegios.
Es más fácil encontrar una gota de agua pura y cristalina en una laguna pútrida y sucia, que el origen de un rumor público. La verdad se ha vuelto relativa, las declaraciones de los que incriminan a los opositores del régimen gozan de absoluta y plena credibilidad, los otros mienten; haberse reunido con “paras” para escucharlos es delito, pero reunirse con las guerrillas para el mismo fin no lo es.
Ahora es el expresidente Uribe, actual senador, quien es llamado a indagatoria por la sala penal de la Corte Suprema de Justicia, ¿con todos estos antecedentes podrá confiarse en la ponderación, equilibrio y justicia en esta investigación y decisión por parte de este Tribunal de Justicia?
¿Por qué a los líderes de izquierda, que son investigados o acusados, se les cree, absuelve o no son inculpados? Recordemos que: “una justicia politizada es peor que cualquier dictadura, es la entrega de la independencia de los poderes públicos, es la muerte de la democracia, del Estado de derecho, es una tiranía legalizada por un gobierno omnipotente 'que todo lo puede', que todo lo demuele a su paso arrollador”.
¿Qué busca la Corte Suprema de Justicia llamando a indagatoria al actual senador Álvaro Uribe Vélez?, ¿amedrentar al actual gobierno, exhibirse pendencieramente, evitar su reforma? Ningún fin loable, estamos seguro de ello.