Casi una semana después de la muerte de su hijo Alejandro el pasado 11 de noviembre, la viuda de Jorge Enrique Pizano aceptó regresar este sábado a la finca de Subachoque donde murieron su esposo y su hijo. Por solicitud de la Fiscalia que investiga las circunstancias en que falleció producto de una intoxicación mortal su hijo, aceptó abrir las puertas de la casa para colaborar con los investigadores del Cuerpo técnico de la Fiscalia. Aceptó ir acompañada de sus hijas Juanita y María Carolina, y dos sobrinos. Tuvieron a la familia doce horas el sábado y doce horas el domingo y pusieron el lugar patas arriba buscando huellas testimoniales.
Los peritos del CTI hicieron su trabajo y reportaron a la Fiscalía lo encontrado, una información que el ente acusador divulgó.
Los investigadores se concentraron en la habitación de huéspedes y en el baño del segundo piso en donde, según el reporte de Medicina Legal, murió de repente producto de un infarto fulminante el ingeniero Pizano. En ese lugar, en un cajón debajo de un lavamanos, encontraron junto a un equipo de sonido y un bafle, una bolsa plástica que contenía un frasco de cianuro de potasio. El frasco ya había sido abierto.
Era la misma sustancia que según el reporte de Medicina legal fue mezclada en una botella de agua saborizada y que un sorbo le ocasionó la muerte al arquitecto Alejandro Pizano, el hijo del ingeniero que había viajado desde Barcelona hasta Bogotá para asistir al funeral de su padre. El CTI rastreó el lugar donde había sido vendido el producto, un lugar céntrico de Bogotá, sin que haya aparecido identificada la persona que lo adquirió.
Con este hallazgo, el CTI se apoyó en expertos en la búsqueda de huellas digitales para identificar si había entrado alguien externo a la casa. La Fiscalía no ha dado a conocer el resultado de sus entrevistas a los familiares ni a quienes cuidaban la casa. Se limitó a divulgar las fotografías del veneno.