En el siglo XIX durante la década de 1850, Santander conformado en ese entonces por las provincias del Socorro, Pamplona, García Rovira, Soto, Cúcuta y Vélez fue el más importante laboratorio, como ya se ha historiado,1 del radicalismo en Colombia. El experimento radical liberal de Santander fue acaudillado por Manuel Murillo Toro, definido como un liberal ilustrado, y cinco presidentes liberales que hicieron parte de esa utopía radical. Santander fue escogido por ser una región próspera con gentes trabajadoras y pacíficas donde con doctrinas utópicas se quería construir un estado modelo para el resto del país. La rebelión de los Comuneros se originó en 1781 y en el Cabildo del Socorro de 1809 se puso en evidencia la influencia del ideario de la Ilustración en Santander.
Las teorías de J.B. Say sobre economía y de J. Benthan sobre filosofía y economía fueron traídas por santandereanos involucrados en estas actividades políticas. El ideario liberal radical contemplaba la abolición de la esclavitud,( que en Santander era del 1.5 %) la libertad absoluta de prensa y de expresión, la libertad de cultos, la libertad de pensamiento, el derecho de asociación, la libertad de empresa, el voto secreto y universal, la libertad de educación, la libertad de industria y de comercio, incluido el de las armas y las municiones, la liberación de la tierra, que debía ser para quien la trabajara, la abolición de los privilegios de la iglesia, el juicio con jurado, la abolición del ejército y la expulsión de los jesuitas, ideario que contenía la filosofía racional de la Ilustración. Una filosofía radical que se traducía también en el respeto por los derechos del hombre, la defensa de la libertad y los derechos individuales, y que hacia énfasis en el predominio del individuo sobre la comunidad y donde la libertad individual llego a ser uno de sus principios básicos. Su objetivo era “elevar al individuo de su estado de postración y de conducirlo hacia el pleno disfrute de sus derechos en la búsqueda del progreso material y espiritual.”
La filosofía política de Voltaire, Montesquieu y Raynal eran objeto de debate en regiones como el Socorro. La filosofía radical logro pasar varias leyes como la separación de la Iglesia y el Estado, la autorización de la repartición de los resguardos indígenas, la eliminación de los peajes en las carreteras, la amnistía para todos los criminales políticos, la abolición de la pena de muerte, la abolición de los monopolios y de los grados académicos en el ejercicio de las profesiones. En el campo de la educación Murillo Toro se declaró a favor de una educación que no estuviera bajo la tutela de la Iglesia y el Estado. Los individuos estaban en total libertad de aprender por cuenta propia y de recurrir a maestros privados. No había que estar subordinado a un plan o programa de estudios determinado. La educación era concebida como una acumulación de conocimiento y de ideas, de una ampliación del horizonte intelectual y en la formación de criterios. El Estado solo debía intervenir en la instrucción primaria y en el establecimiento de talleres de artes y oficios para los trabajadores. En muchos colegios de Santander las ideas radicales también fueron incorporadas donde se establecieron cátedras de economía política y legislación que mediaban por el libre comercio y la eliminación de los impuestos.
Las doctrinas de los socialistas utópicos como Sismondi, Saint Simón, Owen, Fourier y Proudhon comenzaban a llegar a Colombia durante el período de 1849 y 1853. En el Socorro el sistema social de Fourier fue ampliamente debatido y en Piedecuesta se esgrimió el fin de la aristocracia y de la oligarquía como consecuencia de la influencia de esta filosofía radical, que aunque vulgarizada en su interpretación ideológica, los liberales radicales intentaron apropiarse de las ideas de la Ilustración y de adaptarlas a nuestra realidad colombiana.
Los principios de la filosofía política radical criticaba la política del laissez-faire señalando que esa política también originaba la libertad para robar y oprimir. Se afirma por parte de los investigadores que muchas de las ideas del radicalismo liberal se remontaron hasta las treinta y cinco capitulaciones de la rebelión del Socorro. En todas partes se generó una discusión con respecto a los ricos que se justificó el robo, el incendio y el asesinato sí contribuía a eliminar el monopolio de la riqueza. En pueblos como Ocaña y Velèz también fueron centros de las ideas radicales que se tradujeron en la abolición de la pena de muerte, el ejército y de las contribuciones eclesiásticas, la eliminación de los impuestos y la creación de libre comercio.
Por otra parte, a una expresión del universalismo del siglo XVIII se debe la creación de la divisa de que “todo el que pisa tierra santandereana, es santandereano” en tanto que el Estado Soberano de Santander está formado por todos los hombres que pisan su territorio. Artículo propuesto por Vicente Herrera en la Asamblea Constituyente de 1857 que en nombre del pueblo y de Dios creó la Constitución del Estado Soberano de Santander. El artículo de esta divisa contenía en esencia los principios de la igualdad y el individualismo, aunque la reacción conservadora criticaría que no era posible que cualquier persona extranjera tuviera los mismos derechos de un ciudadano de Santander (en la actualidad esa divisa es un slogan de cortesía para turistas) y la decisión de la Asamblea de declarar a Bucaramanga como capital fue objeto de alzamientos armados que los pamploneses se alzaron en rebelión en 1859. En otra perspectiva, el mito de la “raza santandereana” tiene su origen en la cultura de los indígenas guanes que se caracterizaron por su producción artesanal considerada como una civilización muy desarrollada y en la posterior llegada de los inmigrantes alemanes que echaron raíces en estas tierras.
La filosofía radical aspiraba abrir a Santander al mundo para que adquiera una dimensión de importancia en el mercado mundial a través de la construcción de redes ferroviarias y puentes que abriera la comunicación de Ocaña, Giròn, Socorro y Velèz con el Magdalena, a Pamplona con el Carare y a Zulia con Cúcuta. Esa apertura traería para Santander en un intercambio de ideas y de comercio, el progreso intelectual y económico; pero con la entrada del ejército de la Confederación a Santander y en cabeza de Leonardo Canal, se hizo cargo del gobierno y abolió toda la legislación radical de un proyecto político que pudo haber cambiado el destino de Santander y el país. Cuatro años después de gobierno radical fue derrotado militarmente en diez horas de lucha y el ejército de liberales radicales (1.100 hombres) fue hecho prisionero por los soldados de la confederación (3000 hombres). La batalla se desarrolló en El Oratorio cerca del Socorro.
Las continuas guerras intestinas después de la caída de la utopía radical liberal hicieron que la economía entrara en un estado de franco deterioro que hasta nuestro días ha estado estancada. Se culpa de esta situación al carácter individualista del santandereano, tal vez la explicación deriva en que los artesanos desarrollaron su actividad económica en sus hogares y pequeños talleres generando así un carácter individualista. Ahora bien, ante el desencantamiento del proyecto liberal radical se dio un giro en la ideología en el que se aceptaba que el gobierno debía intervenir en la economía del estado y nunca se tuvo la certeza de que ese proyecto político pudiera ser realizable. La rebelión armada conservadora, la crisis que generó y el abandono de las teorías de la filosofía radical ilustrada por parte de sus líderes lo impidieron.
BIBLIOGRAFIA
1. David Church Johnson. Santander. Siglo XIX. Cambios Socioeconómicos. Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1984.