Atrás va quedando la renuncia de la exministra de Energía, como quedan las noticias en este país (sin que se alcancen a digerir en toda su dimensión, porque cada día hay una nueva que rebasa la anterior).
Pues bien antes de que pase al olvido la noticia de la renuncia de la ministra filosofa es necesario destacar varios aspectos de la misma con tufillo a despido. En primer lugar es necesario destacar que la faltas a la ética pública de la exministra eran motivo suficiente para su retiro en un gobierno que en el discurso ha rechazado esas prácticas.
Prácticas traducidas en tráfico de influencias, nepotismo y clientelismo triangular concretadas en la vinculación contractual de su pareja. Cuando el país está harto de estas prácticas no puede una ministra en representación del gobierno del cambio continuar con las mismas.
Y de otra parte presionar a un funcionario de migración para que se salte la norma y permita la salidad de su hijo en el aeropuerto, porque ud si sabe quien soy yo, es igualmente condenable como la primera conducta.
Sin duda que la materia de ética en la práctica la perdió la exministra Irene Velez y no merecía seguir ocupando tan alta dignidad del estado.
Por lo tanto, no es creíble, y falta también a un mínimo etico el presidente al decir que la ministra salio fue por la política de transición energética. Pero se valora que la ministra renunciara en un país acostumbrado a que ningún funcionario del alto nivel renuncie por ese tipo de prácticas.
De todas formas esta renuncia no es suficiente ,ya que hay varios ministros ,y otros funcionarios del alto nivel incursos en estas prácticas antieticas y propias de la corrupción clientelista.