Por estos días, millones de ojos alrededor del planeta tierra están pegados a una pantalla de televisión. No era para menos, la Copa del Mundo de fútbol ha empezado la semana pasada en tierras brasileñas. La FIFA, máximo jerarca del fútbol mundial, es uno de los organismos más ricos sobre la faz de la tierra. El sábado pasado me enteré de una noticia que generó en mí asco. Los millonarios de la FIFA, quienes tanto hablan de ayudas alrededor del mundo, decidieron cobrar a un país devastado la suma de 2 millones de dólares para poder ver los encuentros de este mundial.
La pequeña isla de Haití, como es sabido, es el país más pobre de América. Como si fuese poco, hace cuatro años y medio un terrible terremoto arrasó con su capital, Puerto Príncipe, en una de las catástrofes más graves de la historia humana. El 56% de su población vive en situación de pobreza extrema (con menos de un dólar por día), mientras el 76% no llega a los dos ¿Podrían ustedes vivir con, máximo, 4 mil pesos colombianos al día? Me imagino que muchos prefieren ni pensar en eso. En ese país hay un total, aproximado, de 10 millones de habitantes y casi 6 millones no tienen garantizado el empleo. El agua potable es para pocos y un baño, como el de sus casas o la mía, es uno de los más grandes lujos que pueden tener. Claro, resulta imposible comprar una tasa para hacer las necesidades fisiológicas ganando, al día, 50 gourdas (1 dólar) y teniendo una familia por alimentar. La energía eléctrica, cada vez es más escasa; de hecho, el único lugar dónde la energía eléctrica no tiene ningún inconveniente en la prestación de su servicio, diariamente, es en las morgues. Ni hablar de los 140 mil haitianos que llevan más de 1500 noches, desde el terremoto, viviendo en carpas en las calles de Puerto Príncipe. Para no hacerlos sentir más frío en el pecho, dejare hasta ahí las cifras que son una invitación a la muerte y una bofetada a la esperanza.
En ese país, el fútbol es un deporte muy popular. Por ser una colonia francesa, hace siglos, el deporte llegó a todos los haitianos y es una de las pocas causas de sonrisas en el rostro de la población. Ellos, al igual que ustedes y yo, también esperaban ansiosos por ver el mundial como un escape, momentáneo, a la maldita realidad que viven. De repente, la FIFA dejó bien claro que no iba a regalar la señal de sus partidos a nadie. Sí, a nadie. Ni siquiera a estos negros con lágrimas en la cara. Los empresarios sin corazón que manejan el negocio, desde Zurich, pensaron que un precio 'justo' para el destrozado país sería la suma de 2 millones de dólares. Evidentemente, la concepción de justicia para esos señores gordos es muy distinta a la mía.
El astro del fútbol argentino, Diego Armando Maradona, en su programa 'De zurda' del canal Telesur atacó a estos personajes, tal como lo hago yo, diciendo que son unos 'caradura'. Sí maestro, lo son y deberían ser odiados por el mundo. Sólo una mente enferma puede llegar a pensar en cobrar a un país donde el mañana parece estar en vía de extinción. Siempre supe que la FIFA era un asco, pero a partir del momento en el que me enteré de esto, me gustaría pararme en frente Dr su sede y vómitar sobre su slogan 'Football for hope' ¿Como pueden hablar de esperanza, a través del fútbol, cuando hacen esto? Son unos descarados. Felicidad era lo que iban a tener, seguramente, esos niños, con más lombrices en su estómago que sueños en su mente, con ver una jugada de Messi o una atajada de Casillas. Esa felicidad la van a arrancar ustedes, señores de la FIFA, del diario vivir de un país que no puede levantar cabeza. Sería magnífico unirnos los que estamos indignados, por esto, y hacer una protesta (al menos simbólica) contra este ente prostituido, y asqueroso, para que vean que somos millones los que sí pensamos en el humano por encima de los billetes verdes.
#DESPIERTACOLOMBIA.
Generando consciencia tendremos nuestra revolución.
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