El movimiento en el complejo de Paloquemao, el centro de trámites más grande de Bogotá, está muy movido en estos días. La presión por tener el pase al día es mayúscula en un momento en que se vencen cuatro millones de licencias que fueron entregadas hace diez años y cuya vigencia llega a su fin. Los tramitadores atacan a quien ven acercarse por las entradas de los edificios.
— ¿Qué necesita?
— Un pase
— Se lo tengo en tres días
— ¿Cuánto vale?
— 250 o 800 si lo quiere en el sistema. Solo necesito una foto y los datos. Usted me dirá
Son algo más de dos de la tarde. El tramitador viste un traje corriente y desgastado color café. Tiene una corbata naranja que enmarca una económica camisa azul clara. Su barba cana y una barriga descuidada revelan que debe tener unos 60 años. No parece un hombre que se gana la vida haciendo ‘torcidos’. Parece más bien un trabajador de oficina que sale a almorzar por el sector de Paloquemao, donde el grueso de los falsificadores de licencias de conducción merodean frente a la Secretaría distrital de movilidad, diagonal al complejo judicial más grande de Bogotá, un edificio rodeado las 24 horas de policías y agentes del CTI de la Fiscalía.
El tramitador dice que se llama Carlos. Dice con una seguridad muy creíble que hace trabajos serios y que lleva haciéndolos más de 20 años en el mismo sector. Como muestra de lo que hace enseña dos licencias de conducción envueltas individualmente en dos bolsitas de cierre hermético. Una es de una mujer de unos 30 años y la otra de un señor muy parecido al cantante mexicano Vicente Fernández. Las dos licencias, comparadas con la mía, que es 100% original y legal, son exactamente iguales. No logro determinar alguna imperfección en las dos que él dice son réplicas. Los logotipos, el tipo de letra, la imagen, la impresión de la fotografía, todo es igual.
El próximo 10 enero casi cuatro millones de licencias de conducción quedarán inservibles. Antes de 2012 los pases no tenían fecha de vencimiento. En enero de ese año se firmó la Ley 019 que puso límites de tiempo a todas las licencias; a las que no tenían vencimiento les dio 10 años de prórroga, que se termina en enero de 2022.
Para poder renovar la licencia de conducción hay condiciones. El conductor debe volver a hacer un examen físico, mental y motriz con el que se revaliden sus aptitudes para manejar. No se pueden deber infracciones de tránsito. Hay que cancelar en el Sim la renovación del plástico. Son trámites demorados y a veces muy costosos –si se deben partes.
A las afueras del Movilidad y de los SIM decenas de tramitadores buscan sus clientes entre los cientos de clientes que llegan a solucionar sus problemas o a renovar su licencias. Muchos optan por el camino fácil pero ilegal.
Ante la tramitología y el presupuesto que se puede elevar, muchos optan por el camino más fácil. Pagarle a un tramitador o falsificador para que agilice la diligencia o para sacar un pase falso es una de las opciones que algunos toman. Las dos son acciones ilegales y condenadas por las autoridades y los organismos de tránsito. La pena por el delito de falsificación de documentos públicos va de tres a nueve años de cárcel.
Carlos me da su número telefónico y me dice que por allí nos comunicaremos para recoger la licencia. Le paso por WhastApp la foto de un amigo que vive en Estados Unidos y que previamente había descargado. Le escribo también un número de cédula y la primera fecha de nacimiento que se me ocurre. Carlos me pide la mitad del trámite. Acordamos en que solo le voy a dejar $50 mil y que los $200 mil restantes se los daré cuando me entregue el pase, supuestamente en tres días. Es martes. Presiento que voy a perder los $50 mil.
Los tramitadores pululan a las afueras de las 12 dependencias del Sim (Servicios Integrales para la Movilidad), entidad que está en casi todas las localidades y donde se realizan todos los trámites vehiculares. Hay personas que ofrecen los servicios para ayudarle con cualquier diligencia. Desde llenar los formularios, que vale $5 mil; tomar las improntas que cuesta $10 mil; hasta conseguirle una buena licencia de conducir falsa.
Los falsificadores ofrecen sus servicios a la luz del día y sin esconderse. Es el oficio popular de la carrera 28A entre calles 18 y 18A. Pararle bolas al ¿qué necesita? que pregonan es suficiente para iniciar el negocio, que es un secreto a voces. Es imposible que la policía no sepa lo que allí pasa desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde de todos los días.
Al mediodía del jueves Carlos llamó. —Vecinito su encargo ya está listo. ¿Lo espero?
La licencia que me entregó el falsificador no tiene nada de falsificada. Tal como ocurrió con las dos licencias que me mostró el primer día, es idéntica a la mía. A la luz del día, así tal como se hizo el negocio, pagué los $200 mil restantes.
—Vecino si necesita otra cosita, por aquí a la orden. Cualquier documento que necesite se le consigue, dice Carlos antes de despedirse y perderse entre el gentío que camina por la carrera 28A en busca de más clientes a quienes solo les lanza la pregunta ¿Qué necesita?, con la que se inician los ilegales negocios.
