Después de cuatro años de rígidas sanciones que bloquearon las exportaciones de petróleo de Venezuela, Estados Unidos abrió la posibilidad de levantarlas temporalmente, una medida que cambia el panorama del país que tiene las mayores reservas del mundo. Y allí aparece Chevron Corp, la petrolera estadounidense más grande después de ExxonMobil, la única que no se fue de Venezuela en la ola de nacionalizaciones de Hugo Chavez.
Chevron ha duplicado con creces su producción. En seis meses desde que se emitió la licencia ha alcanzado hasta 135.000 barriles diarios (bpd), y ha exportado a Estados Unidos alrededor de 124.000 bpd. Esto podría acelerar su propósito de recuperar los USD 3.000 millones que le debe Venezuela y alcanzar la meta de llegar el año entrante al millón de barriles diarios, un propósito hasta ahora fallido del gobierno de Nicolás Maduro. Por el momento Venezuela está extrayendo 816.000 bpd, según informe de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep).
El efecto Chevron
El efecto Chevron ha sido importante en la producción de crudo de Venezuela, al punto que casi todos los 70.000 bpd de aumento en la producción del país este año proceden de cuatro proyectos conjuntos de la petrolera estadunidense con Petróleos de Venezuela, Pdvsa.
Chevron busca llegar a 200.000 bpd el año entrante, lo cual quiere decir que tiene que agregar 65.000 bpd. Los planes son colocar dos potentes equipos de perforación en los proyectos Petroindependencia, y Petropiar en la Faja del Orinoco y otro en Petroboscan, junto al Lago de Maracaibo.
La empresa liderada por Mike Wirth tiene varios puntos a su favor. Para empezar esta el hecho de no haber salido de Venezuela ni en las peores crisis. Además tiene las megainstalaciones de Petroboscan, que dejó de producir enormes cantidades de petróleo desde 2017 cuando se produjeron las restricciones de comercialización. Desde entonces se dedicó únicamente a mantener lo que tenía, sin invertir un dólar más.
Chevron tiene además, el crudo pesado venezolano que no todos pueden ofrecer y que le permite a Estados Unidos utilizar las refinerías del Golfo. Porque, como dicen los conocedores, “usted no puede utilizar una refinería que fue diseñada para crudo pesado, para refinar crudo liviano”. A no ser que quiera perder plata. Para procesar ese crudo Chevron requiere diluyentes y petróleo liviano que antes del embargo recibía de Estados Unidos y que ahora la licencia le permitió reanudar la importación.
La recuperación de la industria petrolera de Venezuela
El levantamiento de sanciones atado a acuerdos electorales con la oposición es un paso en la naciente recuperación de la industria del petróleo en Venezuela que en junio tenía dos taladros activos, según la firma Baker Hughes, y hace dos décadas más de un centenar. Pero si los 819.000 bpd no son los 3 millones que hicieron de Venezuela la potencia energética de los 90, tampoco son los 374.000 con los que tocó fondo en junio del 2020.
En este proceso Chevron lleva la delantera y aunque es claro que su interés es recuperar la deuda en el menor tiempo posible, su operación ya representa el 16 % de la oferta de Venezuela, y en la frágil economía venezolana parte de los ingresos de la compañía va al mercado cambiario pese a las restricciones, para cumplir compromisos en moneda local.
El presidente Biden tiene interés político en que fluyan estos nuevos barriles de Chevron, para mantener a raya la inflación en EE. UU. y contribuir a aliviar el déficit del mercado petrolero mundial que han hecho subir los futuros de petróleo en Nueva York 9 %. Aunque, se debe decir, los 200.000 de Chevron el año entrante y 250.000 en 2025 son apenas una gota en el océano del escenario mundial.
Las bombas Texaco y el gas de La Guajira
La buena hora de la operación en Venezuela también se replica en Colombia, donde Chevron Corp., es propietaria de Chevron Colombia y sus estaciones de servicio Texaco. A principios del siglo Chevron adquirió a Texaco por lo que durante unos años se llamó ChevronTexaco. Desde 2005 Texaco quedó solo como una marca. Chevron no ha querido introducir su marca en las estaciones de servicio del país, sino que mantiene la marca de Texaco. Tiene 600 estaciones de servicio, diez terminales de combustibles y lubricantes, participación en las principales terminales de productos de aviación en todo el país y es único distribuidor en las islas de San Andrés y Providencia.
Chevron también tiene intereses en gas natural en Colombia. Como resultado de la adquisición de Noble Energy por parte de Chevron Petroleum Company en octubre de 2020, se agregaron dos áreas de exploración en Colombia a la cartera de Chevron. El 40 % de los bloques Colombia-3 y Guajira Offshore-3 ubicados frente a las costas de Barranquilla y Santa Marta, que cubren más de 3.237 kilómetros cuadrados. Ese mismo 2020 vendió su participación en los campos de gas natural costa afuera de Chuchupa y costa adentro Ballena.
En el primer semestre de este año los ingresos de Chevron en Colombia superaron $2 billones al facturar $2,6 billones, con un crecimiento de 27,9%. También crecieron las utilidades de $150.216 millones en 38,86 %.
En los planes de inversión están USD 2,5 millones en San Andrés este año, de los cuales USD 1,3 millones en la adecuación de la terminal en tanques, bombeo, entre otras y USD 1,2 millones para renovar los camiones cisterna para aeronaves.
Un meganegocio en Guyana
El interés de Chevron en la región ha producido una de las más grandes noticias del mundo del petróleo en estos días. Una megaoperación por USD 53.000 millones por la que adquirió a su rival Hess, la tradicional petrolera que creo Leon Hess a principios del siglo pasado, y que la coloca en sitio de privilegio en Guyana, la región del nuevo petróleo del mundo. Allí tendrá un bloque llamado Stabroek, y 30% de participación en más de 11.000 millones de barriles descubiertos en ese país donde quedará de socio de su archirrival ExxonMobil. Venezuela es otro punto en su amplia geografía global de exploraciones petroleras pero pesa mucho por el potencial que tenga. El plan apenas comienza.
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