Es inaudito que las cosas sigan saliendo tan mal y terminen en ridiculeces de media tinta. Esta del 2021 no es la primera ni la última feria del libro como tampoco lo serán las ferias de arte. Ambas son eventos que no son improvisados, son representaciones comerciales de mundos creativos promovidos y organizados por conocedores de lo que se presenta en ellas. Somos el país invitado a la Feria del Libro de Madrid -una oportunidad única para mostrar lo mejor de las letras colombianas tanto de veteranos como de la nueva generación– una oportunidad que terminó hundida bajo denuncias de voces inconformes que reclaman la ausencia de conocimiento, de criterio y de respeto por una actividad creativa como es la escritura.
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En lugar de libros llevaron paneles con los libros pintados y carátulas de libros de García Márquez pero sin páginas
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En esta Feria del Libro organizada por la Cancillería (¿por qué no lo hizo su escenario natural que sería el Ministerio de Cultura?) no solamente dejaron por fuera a los más representativos autores, sino que en lugar de libros llevaron paneles con los libros pintados y carátulas de libros de García Márquez pero sin páginas. Se preocuparon de la forma pero sin el fondo: una feria sin libros, sin autores, sin editores, sin libreros. Hoy viernes, el midnight show era la presentación del libro del presidente que no es presidente, de un libro que escribió sin ser escritor sobre la economía naranja que nadie sabe de qué color es.
El escándalo estalló cuando el embajador en Madrid, exdirector de Proexpo, argumentó que necesitaban autores neutros. ¿Qué quiere decir eso? ¿Autores que no se hayan metido con el gobierno? ¿O que no hayan cumplido con la esencia de su oficio que es decir lo que piensan, y reflejar una realidad de ficción o no ficción pero realidad, desde Macondo hasta crónicas de narcotraficantes?
El pomposo título Colombia Diversa y Vital acabó en unos paneles pintados de libros y rodeados de hamacas, sombreros volteados, artesanías y hasta chocolatinas jet y colombianas. Colombia quedó representada con un rasero ramplón, chocolatinas jet en lugar del museo del oro, y dibujos de libros en lugar de los mejores escritores. Lo profundo de nuestra imagen cultural quedó oculto bajo un ramillete de productos menores que ignoraban la dimensión de una Feria del Libro como la de Madrid. Duque canceló su viaje a la feria porque el bumerang ya venía de regreso y habría tenido que enfrentar uno de los peores descontentos de los muchos que ha tenido, y en Madrid.
En contraste con esta polémica risible que vivimos en Colombia, el artista Christo Vladimirov Javacheff (Gabrovo, 1935 - Nueva York, 2020) y su esposa Jeanne-Claude lograron realizar, aunque póstumamente, su último gran proyecto. La idea de ambos fue siempre realizar proyectos utópicos que lograban plasmar en visiones temporales como fue envolver o empaquetar el parlamento alemán, el Pont Neuf parisino, los árboles del Central Park de Nueva York, el Cañón del Colorado, o las islas del sur de la Florida. El proyecto que Christo dejó pendiente pues murió hace un año, fue envolver el Arco del Triunfo, monumento que hizo Napoleón para conmemorar las victorias de sus ejércitos. Su sobrino lo hizo realidad con una tela plateada de visos azules que al moverse da otra realidad a una forma estática de innumerables significados para Francia y para la humanidad.