Alguna vez estuve discutiendo con una amiga acerca del siguiente asunto: “¿Cómo es posible –decía ella- que cada vez que voy a la Feria del Libro de Bogotá veo muchísimas personas comprando libros por montones y que, sin embargo, el consumo de libros en Colombia sea tan bajo y la gente del país los lea tan poco? ¿No es esa una extraña paradoja?”. Pues bien, para resolver la paradoja que hace un tiempo asombraba a mi amiga, quisiera exponer lo que llamo mi “Teoría sobre la Feria del Libro de Bogotá”.
Para ello, en primera instancia quisiera recordarle al lector el significado de la palabra “esnobismo”. Esnobismo, dicen diversos diccionarios, es una característica de ciertas personas (los llamados “esnobs”) que consiste en imitar de manera artificial y afectada, conductas, ideas o costumbres de ciertas clases sociales o intelectuales que se consideran superiores. El esnob es básicamente un imitador de ciertas élites cuya vida se le va intentando aparentar lo que no es y vendiendo una imagen que no es la suya.
Hecha esta aclaración preliminar, ya puedo exponer mi teoría. Mi tesis es simple: Creo que en la Feria del Libro de Bogotá, cada año se venden toneladas de libros, no porque los bogotanos sean buenos lectores, sino porque entre ellos abundan los esnobs. Es decir, creo que la gente en Bogotá no compra libros para leerlos, sino para mostrar que compra libros. Eso es algo muy distinto. Dado que la cultura y la sociedad colombianas de manera hipócrita pregonan las bondades y virtudes de leer libros, y dado que se vende la idea de que el lector pertenece a una élite, la Feria del Libro es el espacio ideal para que los esnobs que son legión en Bogotá y en Colombia, vayan a Corferias y se muestren como pertenecientes a un grupo cultural al que no pertenecen. Yo creo que a la Feria del Libro de Bogotá, más gente de la que se cree (¿la mayoría?) va motivada por la incurable vocación farandulera y esnob que pulula en nuestro país por todas partes.
Quisiera que se pudiera hacer una investigación empírica para comprobar mi pálpito, pero tengo la impresión de que si pudiéramos visitar las casas de quienes compraron el montonón de libros que se venden en la Feria cada año, unos meses después de finalizado el evento, comprobaríamos con estupor que muchos (¿la mayoría?) de esos libros, no han sido leídos.
A mi modo de ver, la Feria del Libro es un acontecimiento gracias al cual mucho esnob puede sentirse “culto” por un rato. Tengo también la impresión de que los editores y libreros que van a la Feria a exponer sus productos, saben esto en silencio, pero no les importa. Siempre y cuando cada año se sigan vendiendo muchísimos textos, a ellos les da lo mismo que la mayoría de libros, sólo sirvan para obtener ciertos propósitos de imagen social, y que nunca sean leídos.
Es más, también me atrevería a afirmar que año tras año la Feria del Libro es una de las grandes farsas colombianas. Gracias a este encuentro anual, una sociedad básicamente premoderna, feudal, iletrada y esnob como la nuestra, por unos días puede exhibir una imagen letrada, culta y de modernidad que, por desdicha, es más deseo que realidad. En esta Feria las editoriales posan, los libreros posan, los medios de comunicación posan y el ciudadano de a pie también se une a la gran charada. La Feria del Libro es un gran “happening social” o una desmesurada obra de teatro semiinconsciente, gracias al cual la inmensa mayoría de bogotanos y colombianos que jamás abren un libro ni por asomo, por unos días se mienten a sí mismos.