Cuando uno crea una cuenta en una nueva red social, siempre surge la duda de si en verdad es necesaria en nuestra vida. Lo mismo me sucedió hace poco más de un mes con LinkedIn, una red para dos fines: o está desempleado o bien lo obligan por estar empleado. En mi caso fue la segunda opción.
Lo primero que te propone la red social es que le avises si estás o no en busca de un empleo. Esto, obviamente, viene después de solicitarle toda la información posible, incluso más que en otras redes. Básicamente, te pide que le cuentes tu vida: cuántos años tienes (dato muy importante en la vida laboral), dónde estudiaste, qué te interesa, en qué sector de la industria estás ubicado, qué talentos posees (como si eso fuera de autorreconocimiento).
Después de unos días, uno empieza a darse cuenta de que acaba de entrar en la utopía soñada por todo corrector social. Aquí no hay lugar para malas palabras ni opiniones políticamente incorrectas (tampoco correctas). Las fotos de perfil se componen de un plano medio con una sonrisa casi siempre natural. Cerca de la foto, aparece a qué se dedica la persona en la actualidad. Obviamente, nada muy informal como "Dueño de mi propio emprendimiento" o "Secretario General". En cambio, aparecen términos pretenciosos en inglés, como "CEO de MI SUPER EMPRESA EJEMPLO PARA TODOS" o "Gestor del talento humano en NO ECHAMOS NUNCA A NADIE".
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Además, olvídate de hallar términos como "empleado". Aquí todos son "colaboradores", porque nadie trabaja por el sueldo, ¿qué empleado en la actualidad no ejerce por hacer más rico a su jefe? Las compañías, por su parte, se dividen en dos: las que publican sus ofertas y las que publican su propio éxito, utilizando a sus empleados para mencionar y resaltar lo maravilloso que es trabajar en su empresa.
Lo cierto es que todo esto oculta la realidad del desempleo, porque no existe en esta red algo como "Llevo mandando 20 hojas de vida al día por meses y aún no consigo nada" o "Estoy supremamente estresado por la falta de dinero".
El desempleo se camufla tras el "talento disponible", porque todos somos talentosos de alguna forma, y ¿qué mejor manera de decirlo que de forma literal? Cuando uno se encuentra con una publicación con ese título, se da cuenta de que se etiqueta a todas las empresas posibles.
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Ellas responden rechazando sin rechazar; ninguna dice "No nos interesa", sino que, al contrario, dicen "Está atento a nuestras ofertas en este link". En la utopía perfecta no hay nepotismo, intereses oscuros; Rappi parece el empleador por excelencia, el desempleo no es preocupante porque hay talento, y ¿qué talento tendría que preocuparse por el trabajo? Las empresas no pierden dinero, y todos están muy felices por entrar a su nuevo trabajo. Los dueños se sienten orgullosos de haber dejado de ser colaboradores (irónico), el inglés es algo que todos hablan y escriben. Al final, es un constante comercial de "todo va bien" y "por favor, publica que todo está bien o estás despedido".
Si tienen la oportunidad de crear su perfil, tengan en cuenta todo lo anterior. No quiero dejar la impresión de que todo es malo o de que todas las empresas y personas son hipócritas. Lo que quiero transmitir es que detrás de esta red social hay una cortina que oculta los problemas estructurales de las personas. Así como "los problemas del país no se solucionan en una cafetería en el parque de la 93", la explotación, el desempleo o el descontento con el empleo que uno tiene no se pueden expresar tras eufemismos para quedar bien ante el todopoderoso mundo empresarial que encontró su refugio en LinkedIn.