La fantasía congelada
Opinión

La fantasía congelada

Jacanamijoy pinta una composición explosiva qué disimula los propósitos de su aburrida armonía, con el mismo telón de fondo, relatos imaginarios de una misma fuente

Por:
agosto 20, 2022
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Cuando el mundo creativo se repite se agota. O, al menos, así debería ser, pero no siempre sucede. Por ejemplo, el universo de Armando Villegas se movió sin ninguna presencia nacional ni comercial porque el mismo” guerrero” con su armadura solo incautaba a los embajadores que los recibía en su casa con manjares. Cierto. No tuvo reconocimiento nacional ni en su país ni en el nuestro. Pasó sin pena ni gloria y ahora nos toca el mundo del yagé, el mundo de los alucinógenos, las verdades de las mentiras. Un viaje creo que no debe tener recuerdos. Pero él se imagina el mismo. Anda buscando encuentros similares, con las mismas luces deslumbrantes, con los azules herméticos. Al fin y al cabo, todo es igual. Las mínimas diferencias se confunden por el horrendo parecido de “la vida es una fiesta”. De esta generación de pintores es, sin duda, el peor. El que no avanza porque no tiene más recursos. Se quedó instalado en su pintura poco fértil. Con su mirada en la fantasía congelada. Repite los mismos gestos de pincelada y de color. No aporta nada a la historia del arte colombiano porque no tiene mucho más en su alma.

El extraterrestre indígena creo, que ahora se mueve así. Los trabajos de “Jaca” como le dicen sus amigos allegados presentan la continuidad asombrosa de un mismo telón de fondo. Relatos  imaginarios de una misma fuente, con los mismos colores como para tener la certeza de que alguna pincelada tenga la verdad que vaya más allá  de una ambición desmedida que se cobija con la suerte de complejo de culpa de la desgracia indígena en América.

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Leyendo todas sus versiones publicadas en los medios creo que del Putumayo vino a quedarse de vacaciones a hacer y se quedó pegado a sus viajes y limpiezas del yajé que son un estímulo para conocer nueva vida de colores supuestamente triunfal. Pero no ha habido nuevas versiones ni opciones. Desde siempre y para siempre se estancó en un universo de estrellas en el agua. Se instaló en el aporte “viajero”. Y no avanza y lo estancando se vende por la novedad y la lástima.  En verdad, la propuesta de los excluidos o incómodos en la sociedad me produce irritación. La exclusión produce siempre resentimiento. Pero la inclusión permite que la imaginación quede desmembrada.

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Ya no existe esa cosmovisión tan severa porque muchos de ellos son seres educados que pintan las voces de la magia y hablan de la memoria, mientras manejan un lenguaje contemporáneo. Nadie por ser distinto o aislado es mejor de aquellos que, sin categorías, han aportado un capítulo a la historia y, han tenido que trabajar con igual esfuerzo el camino de la expresión.

Para diferenciar la actitud ante la pintura y la condición humana podemos pensar en la maravillosa obra del mexicano de Oaxaca Francisco Toledo, que busca en la tierra a sus ancestros, representa – sin tantas maromas alucinógenas- un mundo propio, el mundo rústico de su entorno mientras resuelve los mitos y magias del universo animal de su geografía. Y en el mundo grande que Toledo creó, ya un taller de artistas en Oaxaca, Jacanamijoy casi endogámicamente lo repite y promueve con su propia familia.

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Jacanamijoy pinta una composición explosiva qué disimula los propósitos de su aburrida armonía. Pinta nudos de elementos cromáticos que, en el centro de la obra, les añade maniobras de luces. Puntos que le sirven para desvanecer la fuerza del centro mientras abandona las esquinas del cuadro. Argumentos que no solucionan la composición en una obra.  De la magia y los mitos de los primeros habitantes de América, ahora nos toca traducirlos en yagé, a métodos donde la inteligencia queda en manos de una muy afectada imaginación pictórica. En la obra de Jacanamijoy los elementos de la imaginación son prestados porque no conoce su fuente. Por ejemplo, toma prestados los argumentos técnicos de la composición de la geografía americana de la obra de Alejandro Obregón y los mezcla con su sentimiento de la atmósfera selvática le sirve a Jacanamijoy de trampolín -con caída al vacío-  para quedarse sin ninguna de los condiciones magistrales y, para instalarlo simplemente en el facilismo de las actitudes de una pintura decorativa con un paisaje misterioso de luces de alucinación y con el disfraz de la pintura moderna.

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