El 21 de julio de 1996, a los 78 años, murió de un infarto Luis Villegas López, el propietario de la Piedra del Peñol, uno de los monolitos más grandes del mundo. Él fue la primera persona en escalarla en 1954. Demoró dos días subiendo sus más de doscientos metros y a diferencia de los grandes escaladores, no puso una bandera en la cima, sino estaderos.
Los primeros estaderos de este inmenso huevo prehistórico llevaban la marca de Don Luis. Su familia era la dueña de los terrenos de este monumento natural que en el siglo XIX era visto como un estorbo que impedía transitar libremente por las fincas de la zona.
Los Tahamíes, indígenas que habitaron estas tierras hace 15 mil años, la adoraban como si fuera un dios. Sólo los Tepuyes, esas formaciones rocosas milenarias que hay en los Llanos Orientales, le compiten en belleza y rareza. Se han encontrado vestigios humanos que datan del siglo V antes de Cristo en los alrededores de la roca. Con la llegada de los españoles, la adoración cesó.
Durante la primera mitad del siglo XX, los terrenos que rodeaban la Piedra del Peñol, según El Colombiano, pertenecían a tres familias: los Franco, los Martínez y los Gallo. En ese momento, llegar cerca la piedra hasta tocarla, era algo muy raro. Fue el sacerdote Alfonso Montoya Velásquez, quien dijo que los guapeños (¿guatapenses aparece como gentilicio de Guatapé?) eran unos cobardes y que ninguno sería capaz de escalar el monolito.
Don Luis Villegas poco antes de morir
Luis Villegas convenció a dos de sus mejores amigos, Pedro Nel Ramírez y Ramón Díaz. La manera como subieron la roca no pudo ser más artesanal y riesgosa. El cura les prestó una escalera y después se sostuvieron sobre las grietas.
Las grietas de la mole han generado todo tipo de especulaciones, historias y leyendas. Desde tiempo atrás, por ejemplo, se ha dicho que son los arañazos que dejaron las uñas del diablo una noche en la que intentó llevársela.
El ascenso arrancó un lunes 12 de julio y terminó un 14 de julio. Hubo júbilo en el pueblo cuando estos hombres llegaron a la cima. Eso sí, Luis Villegas López, más que un alpinista, era un negociante duro.
Villegas compró los terrenos aledaños y construyó unos escalones de madera para que la gente pudiera hacer lo que él hizo, pero en una sola tarde. En 1978, cuando se llenó el embalse de Guatapé y sepultó al antiguo pueblo de El Peñol (originalmente llamado San Antonio del Remolino), el sitio se volvió lugar de visita obligada para turistas.
Entonces, allí en jurisdicción del vecino municipio de Guatapé, se construyó la infraestructura que hoy todavía persiste y que resiste a miles de personas de todas partes del país que quieren conocer uno de los lugares más bellos de Antioquia.
La familia Villegas ha sufrido secuestros y ahora debe soportar la presión mediática por lo que sucedió el pasado 2 de noviembre, cuando material vegetal y arenisca se desprendió desde lo alto de la roca y causó heridas en 17 personas.
Las autoridades de la zona ordenaron el cierre del reconocido sitio turístico en forma indefinida hasta evaluar los hechos y descartar nuevos desprendimientos. Por ahora, los Villegas guardan silencio sobre lo ocurrido. Así fue el momento de la que pudo ser una gran tragedia.
