Aunque vivió una niñez llena de necesidades, José Ordoñez siempre cuenta con una sonrisa en la cara el mismo chiste sobre como defendía su comida con un cuchillo y un tenedor. Hijo de un padre latonero y una madre dedicada a la venta ambulante, el bumangués nació con una vena humorística que significó para él, un sin fin de puertas cerradas. Sus chanzas y burlas a su familia y a sus amigos y profesores en el colegio, hicieron que las personas no lo tomaran en serio desde muy corta edad.
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Esa pasión por la comedia siempre la llevaba a todos lados, desde que estaba en el colegio y se conectaba a ver Sábados Felices, hasta cuando vendía gelatinas de pata y escuchaba Las aventuras de Montecristo en su juventud. A pesar de tener la comedia en la sangre, cuando quiso brillar en ese mundo no la tuvo fácil. No solo Caracol lo ignoraba, sino que hasta su amigo Juan Manuel Correal 'Papuchis' ha llegado a confesar que fue despectivo al conocerlo por primera vez.
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A puro pulso y con gran esfuerzo, José Ordoñez empezó a hacerse conocido en el país e internacionalmente gracias a los diferentes récords que logró, además de sus shows. Sin embargo, esta fama que llegó a su vida, acompañada de dinero, casi significa para él, el final de su hogar y así mismo, de su carrera como humorista. José Ordoñez ha contado como la primera persona que llegó a sufrir por sus excesos, fue justamente la mujer que lo apoyó incondicionalmente, su primera aliada, su esposa.
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A pesar de haber estado en lo más alto y tener un programa que llegó a superar con creces a Sábados Felices, José Ordoñez tocó fondo debido a sus adicciones. Este fue el momento en que el hombre nacido en Bucaramanga se cuestionó tanto que se dio cuenta que era mejor entregarle a Colombia un padre de familia que un comediante. Fue así como, en medio de tales circunstancias, decidió volverse evangélico, siendo este el principio de un renacer para él.
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Pese a que nunca deseó hacerlo, el comediante estaba repitiendo la historia de su padre y abuelo. En aquel momento, cuenta él que se arrodilló y le pidió perdón a Dios, pues el deseo de recuperar a su familia era grande. Desde entonces, la vida de José Ordoñez cambió y le da igual lo que los demás digan de él y de la religión que profesa. Y es que, fue gracias a este cambió que recuperó lo que un día perdió y además de ello vino una tormenta de puertas abiertas para su vida.
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