Uno no necesita nada si tiene un Pielroja a la mano. El humo espeso saliendo de la cabeza del indio, la canción flotando en el ambiente y la nostalgia y el frío calándote en los huesos, son el marco propicio para fumar tabaco negro. Hay tristezas que se llevan mejor con un peche rompiéndote el pecho. El único consuelo de los solitarios, ahora, es cada vez más difícil de conseguir. Camino cerros, avenidas y sendas, atravieso centros comerciales, prostíbulos y estadios, solo para ver al vendedor ambulante que guarda el secreto, al señor viejo y arrugado que atesora el pasto de los dinosaurios.
La falta que nos hace fumarnos un Piel Roja
El último cigarrillo colombiano cada vez es más dificil de encontrar. Sería ideal un poco de su tabaco negro para combatir la angustia de la pandemia