Es claro que el ESMAD es una fuerza represora y que debe ser transformada profundamente y educada en la idea de que el enemigo no es el estudiante, ni la profesora, ni el trabajador, ni el campesino que sale a protestar contra el Estado y las deudas históricas que no ha querido solucionar en cuanto a educación, salud, empleo, acceso a la tierra, paz, entre muchas otras. Sin embargo, como esto es una quimera, el ESMAD sencillamente debe ser desmontado.
Esto no va a garantizar ni mucho menos que la violencia en las protestas desaparezca. Mientras existan estas graves desigualdades sociales en el país siempre va a haber personas, estudiantes, intelectuales y movimientos políticos que por acción u omisión legitimen este tipo de comportamientos. Tampoco van a dejar de existir las fuerzas represoras del Estado, independiente del gobernante de turno que haya, llámese quien se llame. Para que no exista el monopolio legal de la fuerza, ejército, armada, policía, lo que sea, el Estado debe desaparecer, cosa que no va a suceder. Sin embargo, los seres humanos deberíamos mirar hacia otros lares y revivir la tradición del pensamiento libertario que apuesta por el desarrollo de las fuerzas individuales y sociales sin ningún tipo de tutela intelectual, clerical y gubernamental que limiten la libertad. Anarquía en su máxima y más bella expresión. Harina de otro costal.
Entonces, ¿si la violencia de algunos movimientos radicales no va a parar y las fuerzas represoras no van a dejar de existir así no haya ESMAD, qué se debe o qué se puede hacer? Condenar la violencia venga de donde venga sin eufemismos. Seguir movilizándonos masivamente, parar realmente las ciudades, que la cotidianidad se altere, que los trabajadores no lleguen a sus trabajos, que se bloqueen las vías, que los alimentos empiecen a escasear, que por una vez en nuestra historia las reivindicaciones sociales por tanto tiempo aplazadas sean un problema que realmente nos toque a todos y a todas. Y preguntarnos también, ¿cuál es la función de los encapuchados en las protestas?
Ellos y ellas son una especie más dentro de la fauna urbana que habita en las ciudades. Su ortodoxia y su adoctrinamiento es tal, que todavía siguen creyendo que por medio de la violencia van a conquistar quién sabe cuál poder y que van a desestabilizar a quién sabe cuál estado capitalista peleando con la policía. Nada más alejado de la realidad y de los cambios que exigen las ciudadanías en el campo y la ciudad. Sería bueno en cambio, que algunos movimientos estudiantiles tuvieran un dialogo real, crudo y honesto con los capuchos sobre la validez o no de sus métodos y si sus reivindicaciones son afines o contrarias a las transformaciones de fondo que promueven los estudiantes.
Para finalizar, los y las gobernantes de turno no pueden seguir estigmatizando a todo el movimiento estudiantil y mucho menos equiparar la violencia del Estado representado por el ESMAD contra las personas que protestan, con la violencia de algunos encapuchados infiltrados de la policía o afines a los grupos disidentes que no se acogieron al proceso de paz con las Farc. Claudia hizo bien en poner el tema sobre la mesa cuando cuestionó al líder estudiantil de la Distrital, pero esa vehemencia con la que le habló a Julián Baez debería ser la misma para condenar al ESMAD y sus constantes violaciones a los derechos humanos. Su tono no debe ser selectivo alcaldesa.