La historia de la independencia del Virreinato de la Nueva Granada, hoy Colombia, ha sido contada tradicionalmente desde un enfoque centralista que dejando de lado el contexto internacional que influenció los acontecimientos al interior de las diferentes provincias que conformaban nuestro territorio entre 1808 y 1821, ha fomentado la confusión histórica y la falta de identidad entre los colombianos.
Así las influencias de las revoluciones de Estados Unidos de Norteamérica y de Francia (con sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad), además de los principios del contrato social de Rousseau (la propiedad privada y la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano), fueron las banderas adoptadas por la élite criolla, es decir por los hijos de padres españoles nacidos en américa que promovieron los diferentes movimientos insurgentes contra el poder oficialmente establecido de la monarquía española, mientras que por su parte, el resto de la población: indígenas, negros y mestizos, tuvieron que esperar décadas para el reconocimiento pleno de sus derechos como ciudadanos.
En la actualidad continúan los debates entre la historia oficial que proclama una “historia nacional” desde Bogotá y los nuevos enfoques historiográficos que pugnan por visibilizar las historias de aquellas regiones y comunidades de nuestro país que hasta nuestros días no han tenido la oportunidad de contar su versión de la independencia.
Por consiguiente, la difusión de mitos que nos hablan de “la ruptura de un florero” o de bellos eufemismos como “el grito de la independencia”, hasta la imposición de la misma celebración del 20 de julio como día de la "independencia nacional" a través de la Ley 60 de 1873, no son más que falsedades históricas que le hacen más mal que bien al desarrollo de la conciencia crítica de los colombianos.
En ese sentido, debemos promover la reflexión histórica que remite a la consulta y contrastación de fuentes documentales para una mejor comprensión de la historia de la independencia, desde los procesos que tuvieron lugar al interior de diferentes provincias y comunidades mestizas, indígenas y negras que conformaban el Virreinato de la Nueva Granada, alrededor del año de 1810.
Para conocer más de la historia oculta de la independencia consulte aquí.
Por estas razones y convencido de que debemos poner en circulación el conocimiento, comparto con ustedes algunos apuntes sobre los episodios que tuvieron lugar en la ciudad de Santafé de Bogotá, capital del Virreinato de la Nueva Granada a 20 de julio de 1810.
Después de los acontecimientos violentos en la tienda del comerciante español José González Llorente planeados por una minoría criolla que instigó a la muchedumbre. Reunidas las autoridades locales en la sala del Cabildo: se creó una Junta Suprema de Gobierno, fue firmada el “Acta de la Revolución” contra la invasión de los franceses sobre la península, y desconocido el reinado de José Bonaparte I de España; se hicieron votos por el pronto regreso al trono de Fernando VII y fue nombrado como presidente del nuevo gobierno el mismísimo Virrey don Antonio Amar y Borbón.
Los miembros de la junta juraron: “Cumplir religiosamente la constitución y voluntad del pueblo expresada en esta acta, acerca de la forma del gobierno provisional que ha instalado; derramar hasta la última gota de nuestra sangre por defender nuestra sagrada religión católica, apostólica, romana; nuestro amadísimo monarca don Fernando VII y la libertad de la Patria…” (española), pues de la recíproca unión de los americanos y los europeos nacerá la felicidad pública.
Hechos que enardecieron los ánimos del ala más radical de la revolución que conformada por gente del común, como: Policarpa Salavarrieta y José María Carbonell, por ejemplo, pedían la independencia absoluta de España; las movilizaciones continuaron hasta el 25 de julio cuando lograron la prisión del virrey y su esposa. Luego, el 16 de agosto de ese mismo año de 1810, la Junta ordenó el arresto de Carbonell y otros dirigentes revolucionarios, de ese modo, el gobierno quedó integrado por la alta clase criolla de la ciudad que por tradición familiar, venía ocupando los más importantes cargos públicos.
El 4 de abril de 1811, el presidente y vizconde de Pastrana Jorge Tadeo Lozano de Peralta, promulgó la Constitución Monárquica de Cundinamarca en los siguientes términos: “Don Fernando VII, por la gracia de Dios y por la voluntad y consentimiento del pueblo, legítima y constitucionalmente representado, Rey de los cundinamarqueses, etc, etc…”. Es decir que a un año de los famosos hechos del 20 de julio, persistía la fidelidad a la monarquía entre las familias que gobernaban Santafé de Bogotá.
Fue hasta el 18 de julio de 1812 y luego de un golpe de Estado, que el presidente don Antonio Nariño y Álvarez, decidió romper los lazos con España y reformar y sancionar una nueva Constitución que dio origen a la República de Cundinamarca, como un Estado independiente, libre y soberano de cualquier autoridad externa.
En consecuencia, el 16 de julio de 1813 fue promulgada el Acta de la Independencia de Cundinamarca, que, entre otros términos, expone:
Que en atención a que por haber los reyes de España desamparando la nación pasándose a un país extranjero; a la abdicación que sucesivamente hicieron de la corona renunciando el padre en el hijo, éste luego en el padre y ambos en Napoleón Bonaparte; a la ocupación por las tropas francesas de la mayor parte de la península, en donde ya tienen un rey de la misma nación, (…) y a que estos males se acercan ya sobre la Provincia de Cundinamarca, que no sólo no había hecho un formal desconocimiento del Rey Fernando, sino que era el asilo de cuantos españoles europeos se veían perseguidos en otras partes, y a lo impolítico y bárbaro que sería seguir en el mismo estado, y a la aproximación de tropas enemigas mandadas por españoles que violando la santidad del juramento, vienen a atacarnos en nombre de un rey y de una nación que en el orden político ya no existe.
(…)
Cundinamarca es un estado libre e independiente, que queda separado para siempre de la corona y gobierno de España y de toda otra autoridad que no emane inmediatamente del pueblo o de sus representantes; que toda unión política de dependencia con la Metrópoli está rota enteramente…
Firma: Antonio Nariño
Finalmente, recordemos que la República de Colombia nace oficialmente con la ratificación por el Congreso de la Ley Fundamental de la unión de los pueblos de la Nueva Granada y Venezuela, en la Villa del Rosario de Cúcuta, el 18 de julio de 1821.