Cuando Vargas Lleras calificó la alianza De la Calle - Clara López como la “extrema izquierda” tenía presente lo siguiente: cuando las elecciones presidenciales se polarizan entre izquierda y derecha el centro se tiende a hundir. Seguramente sus estrategas lo tenían muy claro cuando vieron en la eventual polarización de la contienda presidencial una oportunidad para que Vargas Lleras despuntara desde un extremo como el candidato más fuerte de la derecha. Asumir tardíamente las banderas del no, cuestionar el acuerdo que su bancada refrendó e implementó en el Congreso y exorcizar el fantasma del castrochavismo, son nuevos elementos que sumados a la maquinaria construida en siete años de precampaña (la más larga en la historia) convertirían su aspiración en la más sólida en una elección calcada de un plebiscito que polarizó al país. Luego sería necesario atacar un “tigre de papel” y allí surgió Petro, el candidato estratégicamente destinado a vencer, el “Chávez criollo” y el artífice de la “segunda Venezuela”. Una estrategia ganadora. Entonces, ¿qué pasó que Vargas Lleras no ha despegado en encuestas y cada vez se ve más castigado?
La explicación puede ser prematura, pero coherente al analizar las últimas encuestas: Vargas Lleras, Fajardo y De la Calle, desde posturas programáticas muy diferentes, son percibidos por el electorado como candidatos centristas en una contienda que se polarizó entre la izquierda y la derecha. Aunque Vargas exacerbó la polarización al meter en el mismo costal de “izquierda radical” a Petro, Fajardo y De la Calle, inclusive afirmando que forman parte de un “plan político” de las Farc para tomarse el poder e “incendiar al país”, su estrategia para asumirse como el prohombre de la derecha parece haber fracasado. Al convertir a Petro en la punta de lanza de su estrategia Vargas lo fue posicionando como un aspirante peligroso para el establecimiento y para el colombiano promedio que ya lo relaciona con el absurdo fantasma castrochavista. Sin embargo, ese discurso forma parte del imaginario de los uribistas, ya que ha sido su bandera en medio de una oposición de varios años caracterizada por su alto nivel de organización y confrontación mediática. El resultado evidente es que la contienda presidencial parece estarse polarizando entre dos posiciones antagónicas y radicales, la petrista y la uribista. Por el contrario, Fajardo y De la Calle en sus posturas centristas se van hundiendo y el coletazo ya lo siente Vargas.
Desde las entrañas de Mejor Vargas Lleras posiblemente no entiendan el rezago de su candidato en las encuestas. La explicación no resulta difícil, en los últimos años los colombianos se han formado una opinión muy concreta (informada o desinformada) sobre los temas que se están posicionando como determinantes en la próxima contienda presidencial (impresionante que sea ese tema del castrochavismo o lo que Uribe denomina “lucha de clases” en referencia a Petro) y el oportunismo de Vargas Lleras cuando se montó al tren castrochavista y pretendió asumir ese fantasma no le ha jugado a favor. Tal vez en su campaña se consuelen al pensar que las encuestas solo miden la opinión y no la milimétrica maquinaria regional que sustenta su aspiración, eso es cierto, pero en elecciones uninominales también es muy importante sumar opinión. Puede que la votación dura que alcance Cambio Radical en las próximas legislativas no sea suficiente (cerca de 2 millones de votos si se cumplen sus expectativas) y de paso no es garantía para que Vargas pase a una segunda vuelta si no logra sumar el voto de un electorado que no participa en legislativas. Lo que sí parece estar pasando es que en medio de la polarización Vargas no es visto como un extremo y al igual que Fajardo y De la Calle se está hundiendo.
