En 2019 si usted quiere comprar un tinto no recibirá factura en papel, como la conocemos hoy día. Podrá decir que se la envíen a su correo electrónico si quiere conservar la copia. El primero de enero de ese año es la fecha límite que fijó la DIAN para que en todos los establecimientos de comercio del país, sin importar su tamaño o naturaleza, esté funcionando la facturación electrónica. Para entonces, más de 800.000 empresas y algunas personas naturales habrán implementado esta tecnología porque la DIAN no dará más plazos. De acuerdo con el decreto 2242 de noviembre de 2015 y la resolución 019 de febrero de 2016, quien esté obligado a generar facturas lo hará siguiendo las tendencias internacionales, es decir, reemplazando el papel por lo digital.
La implementación de la facturación electrónica traerá ciertas ventajas. La DIAN ha promovido esta iniciativa para que los empresarios la entiendan como una oportunidad de mejora en lugar de una imposición. Aunque el proceso de pasar de la facturación física a la electrónica tiene ciertos costos, hay estudios que demuestran que se trata más de una inversión que a largo plazo trae buenos resultados.
Para Gabriel Montiel, experto en tecnología y facturación de Siesa, las empresas no deben temerle al hecho de que la facturación electrónica se convierta en obligación desde 2019. “Actualmente hay mucha prevención porque su implementación trae una serie de gastos, pero debe ser entendida como una inversión a largo plazo”. Montiel destaca que la principal ventaja que trae consigo la facturación electrónica, que la hace atractiva para los negocios, es el ahorro. La actual facturación física conlleva una serie de gastos relacionados con la impresión, el papel y la conservación que puede significar entre 300 y 850 pesos por cada factura. Dicho costo reduciría sustancialmente al convertirse en bits y datos.
Además, la facturación electrónica reduce la posibilidad de que haya evasión de impuestos. La DIAN aspira a que de entrada se reduzca en un 50% y a largo plazo se erradique completamente. El proyecto de la facturación electrónica nacional está atado a la existencia de un registro único de facturas. Esto hace que sea posible hacer un seguimiento de las mismas al igual que su consulta inmediata por parte de los entes de control.
Cuando la facturación electrónica sea una obligación en todo el país, las empresas que proveen este tipo de servicios tendrán una gran oportunidad en el mercado. En Colombia hay pocos proveedores de servicios electrónicos que entre sus servicios ofrecen la posibilidad de migrar el proceso de facturación física a una plataforma electrónica. Las empresas interesadas en ser proveedores de facturación electrónica deben contar con un permiso expedido por la DIAN.
La facturación electrónica es una de las principales tendencias tecnológicas que están impactando los mercados en el mundo. En Estados Unidos y Europa ha sido un componente clave en la revolución digital. Allá, los empresarios la han utilizado como una herramienta que les ha permitido optimizar sus procesos internos. En Latinoamérica, su principal atractivo es que dificulta la evasión de impuestos. El primer país en acoger la facturación electrónica fue Chile en 2013. Después siguieron Brasil, México, Perú, Uruguay, Ecuador, Argentina y Guatemala, donde se adelantan procesos similares al de Colombia.
Para Montiel es de aplauidir la iniciativa DIAN. “Colombia es un país cuya industria está evolucionando a pasos agigantados. El buen momento que vive el país se ha visto reflejado en distintos sectores. Por lo tanto, no podemos quedarnos atrás frente a nuestros propios vecinos en la región”.
