Antes que nada es necesario advertir a los lectores que no hayan visto la telenovela o que estén dispuestos a repetirla (ya que cuenta con grandes actores y para algunos es una de las mejores producciones colombianas) que esta columna contiene algunos spoilers.
Ahora bien, debido a que es una telenovela densa a lo largo de las diferentes generaciones familiares, su trasfondo espiritual puede pasar inadvertido; pero, en efecto, La saga tiene una faceta espiritual.
La faceta espiritual gira alrededor de la maldición generacional que lanzó Pascual Martínez sobre Pedro Manrique y su descendencia. Pascual aparece, muy pronto, desde el primer capítulo. Aproximadamente en el capítulo 10 ocurre la tragedia: el cruel balazo hacia Pascual y su posterior maldición (segundos antes de morir). Desde la muerte de Pascual, se vio que el cumplimiento de la maldición generacional no pudo evitarse, y esos idílicos y apoteósicos momentos a lo largo de La saga siempre se acompañaron de sangre, muerte, culpa y dolor; cuestiones que perduraron incluso hasta el capítulo final, con las muertes trágicas de Federico Muñoz y sus tres hijos, Confinio, Pirro Camargo y las dos últimas mujeres Manrique.
En La saga se vieron muchas cuestiones espirituales y sobrenaturales.
Siempre hubo adivinas a lo largo de las generaciones. Entre las destacadas Magnolia (Generación Tomás Manrique y Pedro Manrique), Marieta Castro (generación Armando Manrique), Teodolinda (generación Manuel Manrique) y Maruja (generación Iván Zapata y epílogo Miguel Manrique).
A pesar de tantos esfuerzos, de tantas clarividentes, en ninguna generación se pudo evitar la desgracia, pues siempre ganó la maldición de Pascual. Lo anterior no porque las fuerzas malignas prevalezcan sobre las benignas, sino porque los Manrique nunca tuvieron una "contra" para romper la cadena de dicha maldición : ninguno optó por el camino del bien, del amor, de lo divino; todos siguieron el camino del mal (sobretodo los hombres Manrique), impulsados por los pecados capitales, por eso, siempre le abrieron puertas a las fuerzas oscuras.
Nunca se supo quién era el hombre misterioso que contrató a Daniel Ochoa para "colocar a Iván Zapata en el sitio que le correspondía", aunque algunos afirman que se trataba de un subordinado de Federico Muñoz. Este hombre misterioso siempre fue una influencia extraña y oculta, que descarrió a Iván Zapata moviendo diferentes hilos, de los cuales los afectados (Iván Zapata y JJ Garrido) nunca se dieron cuenta. ¿Fue aquello la muestra de cómo las personas no perciben cómo lo sobrenatural efectivamente afecta sus vidas? ¿Representaba este hombre misterioso al destino o a la mismísima muerte? ¿Fue solamente algún hijo bastardo de alguno de los Manrique nacido en el tradicional burdel?
Otro hombre más o menos misterioso fue Manteca. Este fue un personaje recurrente en la última generación (y en su epílogo). Lo curioso y extraño es que hizo una aparición fugaz tres generaciones atrás, y no es que se tratase de "mismo actor diferentes personajes": ¡Se apodaba Manteca también!, fue quien apuntó a Grecia en la pelea de boxeo que Pedro le obligó a perder a Romano (ver Capítulo 20). ¿Fue acaso el Manteca de la última generación una reencarnación del Manteca que amenazó a Grecia? ¿Fue otro brujo con el "don de la eterna juventud" al igual que Magnolia?
Es que en La saga es evidente que hubo subtramas no mostradas en pantalla, pero que existieron. Por ejemplo, es obvio que los socios JJ y Federico Muñoz no estuvieron relacionados con los Manrique desde la penúltima generación (Manuel Manrique) como lo muestra la telenovela, sino al menos desde la anterior generación (Armando Manrique). Esto por la relación adúltera entre Lucrecia y Federico.
Respecto a la realidad del destino, La saga mostró que las coincidencias no existen y que efectivamente en la vida hay patrones que se repiten. Por ejemplo, el destino hizo reencontrar a la familia de Tomás Manrique con el Capi (el papá de Marlene) en Bogotá, a los Manrique con los Angarita, a Iván Zapata con la tradicional casa Manrique y con el tradicional Burdel, a las familias Muñoz y Manrique mediante la relación entre Inés y Mauricio, y a las mujeres de los hombres Manrique con el oficio de la modistería.
Por último, La saga muestra que es posible burlar la justicia humana (dada la falibilidad de lo humano), pero nunca la divina. Hortensia de Ruiz es quien menciona esto directamente cuando le reclama a Manuel Manrique el día de la masacre en los llanos.