No es posible que una persona pensante
viva en nuestra sociedad sin querer cambiarla.
GEORGE ORWELL
A los verdaderos hombres no les pertenece nada.
El tiempo y el dinero pertenecen a los mediocres y superficiales.
HERMANN HESSE
Quien necesita ser guiado por un pastor,
sólo puede tener la inteligencia de un borrego.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Ya cerca del fin del Tributo a Carlos Saura, desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, por vía del Cine-Club Al Filo del Tiempo, el turno es para Mamá cumple 100 años, comedia en tono menor, sin mayor desarrollo de personajes, tal vez con una sola actuación clave: la de Rafaela Aparicio como la Madre, sin nombre. Se trata de una secuela de Ana y los lobos y con uno que otro personaje ya visto en otro filme de Saura. Tal es el caso del esposo argentino de Ana, Antonio (Norman Briski), quien lleva el mismo nombre en Elisa, vida mía (1976). El filme se rodó en la finca El Pendoneo, en Torrelodones, cercanías de Madrid, que en la ficción lleva el nombre de finca La Jara, donde también ocurre la trama de Ana y los lobos: se trata de otro guion con más o menos los mismos personajes, pero apenas un corolario de tal filme. Porque, entre otras cosas, Ana y los lobos está hecha en plena era del franquismo mientras Mamá cumple 100 años sucede durante la Transición.
Lo que sí tienen en común ambos filmes es que son ‘sepulcros blanqueados’ (1), uno en modo drama y el otro en modo comedia, con una que otra pincelada surrealista y/o simbólica, con una cierta continuidad desde el argumento. Los temas, y la trama argumental, más relevantes de Mamá cumple… son, entre otros: la muerte de José, tres años antes; la ruina familiar; de ahí, el prurito de eliminar a la madre; la reaparición de Ana, ahora en buenos tratos con la familia (cuando en Ana y los lobos termina con dos tiros en la cabeza, para cercenar de una vez por todas su espíritu de pedagoga reformista); Natalia, Carlota y Victoria, cumplen funciones similares a las que Juan, José y Fernando cumplían en Ana y los lobos; la Madre es el personaje más desarrollado con una función orgánica, mientras los demás parecen más que nada ‘amoblar la pantalla’, como diría el gurú inglés del suspenso, Alfred Hitchcock, al parecer el único patán soportable desde el arte del cine e insoportable desde la política… (2)
Caso como el de Antonio es el de la gringa/anglo/hispana Geraldine Chaplin, quien en el rol de Ana aparece en Peppermint frappé, Ana y los lobos, Cría cuervos, Elisa, vida mía y Mamá cumple 100 años y quien en los tres primeros filmes moldea mejor sus personajes y su actuación está lograda. En Peppermint juega un triple rol: es Elena / Ana / Mujer de Calanda, emparejada con Pablo y quien termina con el surtidor de veneno frappé para Pablo y Elena, Julián, abrazados, ya cuando Ana viste como la mujer de Calanda y que toca los tambores: un guiño al Buñuel de Nazarín (1962), filme en el que cuando suenan dichos tambores, de Calanda, es la única música que lo hace en todo el metraje. En Ana y los lobos, es una víctima fatal del trío dinámico/tanático de los ya citados Juan, José y Fernando, víctimas a su vez de todas las taras mentales y sexuales del franquismo. En Cría cuervos, cumple el triple papel de esposa del milico/adúltero Anselmo, madre de la niña/vieja y Ana adulta con igual calidad.
Con el recuerdo de la Guerra Civil (GC) encima, y la desaparición de José tres años antes, la historia de Mamá cumple 100 años gira en torno a una farsa: se trata, de forma presunta, de celebrarle un aniversario más a la Madre, pero en realidad es el último que su ralea se propone ‘festejar’ porque ya han urdido un plan para matarla, de nuevo con veneno, como en algunos de los filmes anteriores, v. gr., Cría cuervos, con aquel veneno tan potente que sería capaz de acabar con un elefante, pero se trata nada más que de bicarbonato de sodio, sustancia que no mata sino que sirve para alcalinizar el cuerpo, evitar el cáncer y tener mejor vida. Pues ya recibirán lo que merecen aquellos desalmados que piensan deshacerse de ella, cuando la Madre se alíe con la leal Ana. Para infortunio del espectador, todo hay que decirlo, la mayor parte de los hechos descritos transcurren por inercia, con pocas emociones, sin ningún clímax que anotar. Ya a nadie sorprende el programado ataque de epilepsia que ‘matará’ a la Madre.
Toda la historia pasa como un cuento sobre la crueldad, la estupidez, la mezquindad, el sufrimiento y el sacrificio inútiles de la guerra, al decir de la Madre en una de sus tantas cantaletas producto del conformismo que ella ahora parece querer pasar por inconformidad. Lo que en realidad no pasa. Ella, no sobra recordarlo pese a su edad, es una persona cuyos recuerdos ya superan a sus esperanzas: en otras palabras, la pobre está muy viejita. Lo que, por contraste, no le impide ahora cambiar el concepto sobre algunos de sus hijos: como José ya no está, ahora desconfía de Juan y de Fernando y se los dice cuando llega el momento, es decir, cuando intuye que su ‘familia’ le quiere dar jaque mate, para convertir la finca La Jara en una urbanización, como ya lo han dicho, entre, ellas, Luchy, Natalia (Amparo Muñoz, Miss Universo 1974), Carlota y Victoria, así a alguna de ellas le saque algunas lágrimas. El tema da para todo tipo de simulación, para todo tipo de ardid, para todo tipo de esquizo/farsa.
Entonces, aunque parezca una matriarca común y corriente e incluso con algunos signos de chispa y buen humor, la verdad es que la Madre es todo lo contrario de una persona pensante y por eso nadie podría esperar de ella que contribuyera a cambiar la sociedad. No, la sociedad tendría que cambiarla a ella, sólo que ya se le hizo demasiado tarde: al cabo, Marx decía que no es la conciencia la que cambia la sociedad sino al revés, la sociedad modifica la conciencia. Pero, aquí la cosa se complica más, cuando se sabe que la versión matriarcal del Poder no es otra cosa que la representación del tirano que, hasta su muerte, en 1975, cuatro años antes de rodarse Mamá cumple… dizque gobernó a España. Cuando lo que hizo fue desmadrarla, causar una tragedia y cometer un genocidio de proporciones mayúsculas, para de paso dejar al país en lamentable situación. Lo que luego se creyó cambiaría con la llamada Transición a la Democracia, con todo y su destape sexual y la llamada Movida madrileña. (3)
La aspereza de la comedia dramática Ana y los lobos se transforma en Mamá cumple… en una comedia ligera, con diálogos banales, pasiones más bien cursis con porros o baretos de por medio, un triángulo que no es amoroso sino pasional y que nos habla de la insoportable levedad de los involucrados: Ana, su marido Antonio, y Natalia, cuya exhuberante belleza se extravía en sus repetidos rictus de nerviosismo y sus expresiones con poco valor dramático. Antonio ni quita ni pone al desarrollo de la trama y Ana se limita a mirar un drama que se disuelve en su propia levadura: la de un pan inflado con la harina verbal de Saura y Azcona y del cual sólo se salva la figura regordeta de la Madre con su chispa adelantada a los retrasos del restante casting. Natalia, con su prurito sexual hace las veces de Juan en Ana y los lobos; Carlota reemplaza a José en torno al Poder (también, del militar); y Victoria sería la sustituta natural de Fernando alrededor de la religión como forma de manipulación y de sometimiento.
Aunque haya ciertas similitudes argumentales, igual que entre los personajes, y Ana y los lobos oscile entre el simbolismo y la metáfora como dinamita contra la censura, en Mamá cumple… la narrativa en palabras e imágenes, ya dentro de la Transición hacia la Democracia (que no fue una ni otra: mero continuismo resultó) va más por la vía de la comedia casi realista, con ligeros toques de surrealismo, como el del descenso de la Madre desde el cielo. Para el caso, se trata de una comedia de situación, un filme de humor que está basado en la interacción de los miembros de una misma familia, aunque se aplica con mayor frecuencia a las series emitidas por TV y hoy por los canales de Streaming. Otra cosa es que entre ellos los diálogos no tengan la fuerza de otros filmes, como en Cría cuervos, y por eso se dijo que no hay ningún clímax digno de anotar: voz del griego klimax = escalera, el instante en que la trama se complica al máximo y la acción llega al último escalón: luego, se resuelve o decae.
Quizás en Mamá cumple… las cosas no terminen por resolverse y, más bien, si sea notable la decadencia tanto de la familia como de los personajes, en especial los masculinos, porque como se nota/percibe es en las mujeres que recae la responsabilidad de su funcionamiento: al cabo, son ellas, como pasa con Luchy advirtiéndole a Fernando que ‘ya no hay más perras para ti’ (o que se las busque por fuera), las que deciden sobre los destinos de la tribu familiar. Y es la Madre la que hace periódicos balances sobre el estado del grupo, la misma que como decía el poeta, García Lorca, claro, ‘ríe cuando el pueblo ríe y llora cuando el pueblo llora’, la misma que tiene repentinos ataques de epilepsia o lamenta el pasado o saca a relucir un humor que solo a ella causa gracia, porque los demás ya sólo piensan en matarla para empezar a negociar con la herencia: sólo que nada resulta como se planea, porque la rediviva pedagoga se atraviesa en el camino y pone el palo en la rueda de la ambición de hijos, nuera y nietos…
Entonces, es la Madre la protagonista de la estocada fílmica postrera cuando se refiera a la crueldad, estupidez y mezquindad de la guerra, así como a tanto sufrimiento/sacrificio inútil. En la secuencia que la madre desciende del cielo, lo hace de un cielo en ruinas, no el habitual que Franco les pintó a sus coterráneos, a la vez con la única promesa que cumplió a cabalidad: acabar con los comunistas, como cualquier otro Mussolini o Hitler o Sukarno o la CIA y el FBI juntos, como en tantos países de la Tierra lo han hecho, la metáfora alusiva a tal concepto quizás sea la de la caída de Ana en el cepo: no se olvide que por dárselas de pedagoga ‘progre’ será sacrificada en el altar de la censura familiar, ejercida por el cuasi milico José, en cuya infancia quizá fue un homosexual reprimido, en Ana y los lobos, y cuyo actor que lo encarna, José M. Prada, cae en las garras de la muerte el 13.ago.1978, un año antes de que se ruede Mamá cumple… En cuyo filme Saura se libera de la censura que recortó a Ana y los lobos…
Es probable que otro efecto del éxito en Ana y los lobos sea el del guion, uno sólido, mientras que el de Mamá cumple… tal vez se resienta en su paso del guion literario, el usado en la fase de preproducción, al guion técnico, el relativo a las fases de producción y posproducción del filme; igual que en el paso de la comedia dramática a la de situación, en la que los personajes no son ya parejos en su actuación sino disparejos e incluso pobres tanto en actitud como en diálogos y creación de personajes: el que la locuaz Madre, Rafaela Aparicio, haya sido reconocida en su momento por crítica y público, o también que la obra haya sido nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera o que haya obtenido el Premio Especial del Jurado en San Sebastián, no quiere decir que sea de por sí un trabajo excelso: por el contrario, se trata de una obra menor, sin que por ello pueda decirse que sea mala. No, lo que pasa es que muestra una evidente decadencia en relación con Cría cuervos y ya antes con Ana y los lobos.
Tal decadencia se nota hasta en la piyama azul de la Madre, atiborrada con los nombres de sus descendientes: los que ahora cuando ya no les sirve la quieren ver borrada de la faz de la Tierra; ya en serio, algunos de ellos también han decaído en sus afectos cuando ella descubre dicha situación y se amanguala con la institutriz Ana, ahora casada con el argentino Antonio y quien la traiciona con la bella pero simple Natalia, la misma que esboza un ‘te quiero’ como quien dispara un ‘te odio’. Lo mismo, valga decirlo, ocurre con su poco carismático amante que lo único que sabe bien es meter bareta, ocasión que aprovechan los guionistas para aludir a la citada movida madrileña, esa supuesta ‘contracultura’ que dejó más muertos por la droga dura que vivos y sabios por el arte, el conocimiento y la cultura. A la par, las niñas ahora son adultas, pero poco han crecido en términos de verdadera liberación sexual o siquiera de taras y costumbres u oficios, así se intente hacer un panegírico superlativo al respecto con Natalia.
Por eso se dijo que en Mamá cumple… no se trata de un triángulo amoroso sino de una tríada pasional, bastante baja de voltaje, por demás; lo que, por el mismo lado, hace que el filme tenga una baja potencia expresiva y tenga que refugiarse en los chistes, no siempre felices, de la regordeta Madre, como cuando dice que Juan le decía en una carta que se iba con la cocinera o que los hombres van detrás de las niñas en cuanto les ‘salen pelillos aquí’, mientras el resto del casting pasa sin pena ni, sobre todo, gloria a lo largo del metraje. Destacable, sí, la fotografía de Teo Escamilla, la magna iluminación, la música, tanto la original de Luis de Pablo como la incidental, en particular la árabe que escucha Antonio y que usa de pretexto para caerle a Natalia: y, entonces, ahora ella es la que arma el bareto y se lo pasa al cándido Antonio: ¿una forma de plantear la igualdad o de que en asuntos de yerba las cargas están equilibradas entre hombres y féminas? ¿Quién lo sabe? Quizás sólo el dúo Saura/Azcona…
En conclusión, Mamá cumple cien años es una comedia de situación a diferencia de Ana y los lobos que es una seria comedia dramática con un papel estelar de la niña/vieja Ana, a cargo de la actriz de nueve años, por entonces, Ana Torrent, quien ya a los seis había sido la estrella en el filme de Víctor Erice El espíritu de la colmena. A la celebración ha sido invitada toda la familia, salvo que en esta ocasión falta José pues el actor que lo encarnaba murió un año antes de terminarse el filme. Todos han quedado de verse en la finca El Pendolero o La Jara y no sólo esperan con ansiedad que muera pronto, sino que urden un vulgar plan para matarla. Así, podrán parcelar la finca, construir una urbanización y huir de la ruina que los agobia. Pero, como una cosa piensa el burro y otra el que lo enjalma, la Viejita arma su propio plan y echa por la borda el de sus potenciales asesinos. Ana le ayuda en su empeño y regresa. Sí, regresa del bien simulado ataque epiléptico después de que todos crean que por fin se fue.
Pero, como pocos ponen cuidado al título… pues Mamá cumple 100 años, así muchos no le den crédito al asunto. Además, como no es tonta, aunque tampoco sea modelo de inteligencia, se dijo, ni de conciencia como para cambiar la sociedad, puesto que es la sombra femenina del sátrapa, entonces se niega a dejar testamento y reitera que no cederá un m2 de tierra ni un centímetro de la antigua casona. El eremita Fernando, del caminar con sus trasgos entre místicos y eróticos ha pasado al prurito de volar; Juan, tras varios intentos de polvos al cabo fallidos y de su lucha con Luchy, ahora, sin prejuicios sociales, jejeje, se va con la cocinera, con ‘la coima’, mejor dicho, pero de pronto recula y asiste al torcido aniversario. Para que el cuasi/milico/homosexual José no se vaya tan olímpicamente de la historia, el guion lo recupera mediante el flashback de Ana y los lobos en el que por vía del uniforme intenta ser Franco, mejor dicho, el generalísimo F. Franco y Ana, no sin vigilante hipocresía, lo celebra.
Aunque algún sector de la crítica afirme que los tres personajes principales de Ana y los… son seres que han ‘evolucionado’, la verdad es que son seres muy primarios, casi reptilianos, y ahora en Mamá cumple… los dos que quedan son individuos aún menos evolucionados, que más bien han involucionado y son tan decadentes como su querida Madre: sólo que ésta tiene al menos la risa, el humor, así a veces sea chabacano, mientras los demás viven sumidos en la tristeza, esa tan característica del capitalismo por causa de la avaricia. La que muy bien resume el escritor Ricardo Ragendorfer: ‘El invento más eficaz que se puede atribuir al capitalismo es la fabricación de pobres de derecha’. Lo que, por igual vía, coincide con la afirmación de Hesse en torno a que sólo los mediocres y superficiales tienen acceso al tiempo y al dinero, mientras los verdaderos seres humanos jamás llegan a atesorar fortuna alguna: quizás porque, a diferencia de los avaros, no les interesa la acumulación sino la tranquilidad.
La misma que quizás debió tener Saura al momento de dar su paso del Cine de la Transición, dentro de un espíritu casi por completo político, a un cine menos político y más inclinado por la exploración musical de distintos estilos: flamenco, estilo musical que para García Lorca no es más que ‘una degeneración del canto gitano’, según entrevista con Luis Bagaria Bou, publicada en el portal argentino Socompa: ‘Muy poca gente conoce el canto gitano, porque lo que se da frecuentemente en los tablados es el llamado flamenco, que es una degeneración de aquél’. (4); tango, expresión sonora en la que para su filme Tango, no me dejes nunca (1993), Saura recurre al talento del pianista de jazz, sobre todo, Lalo Schifrin, en una producción hispano/argentina, con Miguel Ángel Solá (el mismo actor de Sur, de Fernando Pino Solanas) como Mario Suárez, el joven director teatral al que su novia deja y él luego se enamora de la prometida de su jefe; por último, Fados (2007), docutributo al canto portugués.
Al canto portugués por excelencia, obvio, sucedáneo del choro brasileño cuyo origen también es lusitano ya que data de 1808 con la llegada de la familia real a Rio de Janeiro: en 1815, dicha ciudad fue proclamada ‘capital del reino de Portugal, Brasil y Algarve’. El fado nació en Lisboa hacia la década de 1870, como un lamento de los habitantes del arrabal cuando querían contar historias de saudade y dolor y, en tal sentido, es sucedáneo del choro. En cámara lenta llegó a los ambientes de la Corte y al filo del tiempo se convirtió en el supremo embajador de Portugal a lo largo del mundo. Bajo las raíces del fado y con la ayuda de sus mejores intérpretes, Amália Rodrigues, Ana Moura, Dulce Pontes, Teresa Salgueiro, Cesária Évora, la Reina de los Pies Descalzos, Carlos do Carmo, Antônio Pinto, José Afonso, se descubre una cultura, ciudad y país que, dicen sus hinchas, está mucho más cerca de España de lo que se cree. Fado viene del griego Ananké y del latín Fatum (‘lo dicho’) = destino. (5)
La ventisca final, en modo surrealista. ‘¡Ay, qué soponcio!, dice la Madre, ‘me sentó mal el chocolate, ¡qué chocolate más indigesto!’ Cuando, en realidad, los indigestos son sus familiares. Y despacha a Carlota: ‘Tú, no, Carlota’, lo mismo que a Fernando y a Juan. Y por las ventanillas del tren vio pasar su vida: y el primer recuerdo que cita es ‘el día de mi primera comunión’, qué otro podría ser en esa España de camándula y ametralladora que el anti comunista Franco sembró en la conciencia colectiva; luego, cuando se casó; en fin, ‘cuando empezó la guerra’ y ‘¡cuánta crueldad! ¡cuánta estupidez! ¡cuánta mezquindad!, hijos míos. ¡Cuánto sufrimiento inútil! ¡Cuánto sacrificio inútil!’ Con Mamá cumple 100 años, comedia en tono menor, Saura ha pasado la página de la GC y se enrumba por derroteros menos ásperos y más conciliadores con el espíritu humano. El ‘legado’ de Franco conduce a pensar en los que si requieren la guía de un pastor es porque su condición de borregos se los reclama.
Lo que se evidencia a lo largo del metraje: pese a los líos entre hijos, esposas, hijas/nietas, nuera y los inmigrantes Ana y Antonio, la figura matriarcal domina el ambiente, gobierna a su antojo y elabora su diktat, cual tirano, así muchas veces no esté presente por hallarse en su cuarto. Aun con los conflictos internos y la conspiración que se cierne sobre ella, es la encargada tácita de mantener unida a su prole hasta que lleguen las siete de la noche de su fiesta, momento en el que bajará del cielo de las ruinas: en todo caso, llega de lo alto, mientras los conspiradores se hallan en lo más bajo de la esfera social a causa de las deudas y los gastos que los agobia hasta el cansancio: están a punto de cometer un gerontocidio, si cabe el término, el mismo que se frustra gracias a la gestión de Ana, esa extranjera, entrometida y terca pedagoga a la que se mata en Ana y los lobos y se revive en Mamá cumple 100 años a fin de mostrar la tozudez del arte y su resistencia natural al oprobio, a la injusticia, a la muerte.
La verdadera transición ha sido de un sepulcro blanqueado a otro como es el de la cueva de Fernando, con su halo eremita, místico/religioso, entintado por el engaño como cualquier otra religión, al sepulcro blanqueado de avaricia disfrazada de bondad, soberbia travestida de humildad, tristeza ataviada de aparente dicha, en fin, la muerte inminente de una familia venida a menos que se mantiene con autopublicidad y mentiras y oculta la corrupción, cuyos miembros ya a nadie convencen porque son ellos los que se debaten en esa vorágine histórica atravesada por la mancha humana del ultraje, la violencia y la muerte desde que Franco, Primo de Rivera y su falange, inundaron de odio a España para dejar cientos de miles de muertos, humillados y desaparecidos, sin que nadie hiciera nada por voltear la torta de la Histeria que llevó a un cretino repantigado, como cualquier Charles III, a instalarse en el trono de la impostura, de la desfachatez, de la afrenta por un tiempoespacio de cuatro décadas.
Una dedicatoria especial para la Mamá de Lulú, Ángela Londoño, quien cumple 100 años el 24.may.2023.
A las cinéfilas Ma. del Rosario, Beatriz, Lulú, Luz Marina, Márgara, María Aída, sean madres o no… aunque ya por ser mujeres son madres por antonomasia: a todas, con total afecto, en el Día de la Madre.
Al cinéfilo Gonzalo, en recuerdo de su reciente cumpleaños que celebró con bombos y ‘platillos’… caros.
A Valentina, con un beso para el mundo entero, como reza la Novena del gran Ludwig Van en su coda, y quien con su magia vuelve a unir lo que la mala moda de la muerte con rigor había separado.
A Marthica, Santiago y Carito, miembros honorarios de Cinéfilos y, más allá, una familia que resiste los embates del tiempo que le tocó vivir con todo el amor que puede dar.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) ‘Sepulcro blanqueado’ es sinónimo de ocultamiento de la corrupción. Se dice que en la época de Cristo se blanqueaban los sepulcros para que no se pasara de modo inadvertido sobre ellos, contrayendo impureza según la Ley mosaica o de Moisés.
(2) Sir Hitchcock: un auténtico patán… (eso sí, el único patán soportable). Texto aparecido en la revista Cambio16 Colombia, mayo 1 – 8 1995 – No 99.
(3) Movimiento de la Contracultura que se dio principalmente en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Vigo y Torremolinos, surgido durante los primeros años de la Transición posfranquista, hasta su fin c. 1985. Se despenalizó, entonces, la homosexualidad, la venta de anticonceptivos, resurgieron el feminismo y el laicismo en la sociedad. El consumo de drogas alcanzó niveles dramáticos con miles de muertos.
(4) https://socompa.info/cultural/el-artista-debe-llorar-y-reir-con-su-pueblo/
FICHA TÉCNICA: Título original: Mamá cumple 100 años. País: España. Año: 1979. For.: 35 mm; color, 94 min. Gén.: Comedia de situación. Dir.: Carlos Saura. Guion: Carlos Saura / Rafael Azcona. Prod.: Elías Querejeta. Mús.: Luis de Pablo. Fot.: Teo Escamilla. Int.: Ana (Geraldine Chaplin); Natalia (Amparo Muñoz); Fernando (Fernando Fernán Gómez); Antonio (Norman Briski); Mamá (Rafaela Aparicio); Luchy (Charo Soriano); Juan (José Vivó); Carlota (Ángeles Torres); Victoria (Elisa Nandi); Solange (Rita Maiden); Anny (Monique Ciron); José (José María Prada). Premios: Premio Especial del Jurado del Festival de Cine de San Sebastián (1979). Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) a Mejor Película (1979). Estreno: 17. sept.1979. Enlace: https://m.ok.ru/video/4034398390808
* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, desde 2012; columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]