Contra todo pronóstico, y como un nuevo fracaso a añadir la larga carrera de desatinos de las encuestas y estudios de opinión, Angela Merkel ha obtenido una pírrica victoria en las urnas, habiendo perdido entre estas elecciones y las del 2013 casi 70 diputados y ocho puntos porcentuales. La coalición CDU/CSU obtiene 246 escaños y apenas un 32% de los votos emitidos, una victoria pero a mucha distancia en escaños para lograr la mayoría suficiente que le permitirá a Merkel formar gobierno. Ni siquiera pactando con los liberales, el FDP, llegaría a la mayoría absoluta y es más que probable que al final se tenga que formar una gran alianza entre liberales, verdes y cristianodemócratas.
Auge de la extrema derecha
Los grandes vencedores de la noche han sido los extremista del movimiento Alternativa para Alemania (AFD), de extrema derecha, que han pasado del 4,7% al 12,6% en votos y han conseguido entrar en el parlamento con casi un centenar de diputados (94). Ya son la tercera fuerza política, están presentes en numerosos parlamentos regionales y, si la decadencia socialdemócrata persiste, incluso podrían convertirse en un futuro en una segunda fuerza en ascenso. Con un discurso nacionalista, contrario a la inmigración y al Islam y reinvindicando el pasado de una Alemania que supuestamente fue grande -hay un cierto tufillo en su discurso al de Donald Trump-, la AFD ha recibido el voto de descontento ante la creciente inseguridad que se detecta en el país y, sobre todo, por la grave crisis por la que atraviesan los partidos tradicionales en toda Europa, incapaces de dar respuestas creíbles y prácticas a los problemas de los ciudadanos en casi todos los ámbitos. La AFD recibe los votos de los desafectos de los dos grandes partidos tradicionales, el SPD y la CDU/CSU.
Naufragio socialdemocráta
El gran derrotado de la noche fue el líder socialdemócrata, Martin Schulz, un veterano político curtido en Europa, con una gran trayectoria y un pasado inmaculado sin mácula de sospecha de haberse visto en vuelto en ningún asunto turbio. Los socialdemócratas, el SPD, han obtenido el peor resultado de la historia democrática de Alemania, habiendo perdido cincuenta diputados y cinco puntos porcentuales en votos. Su apoyo a la gran coalición de Merkel en estos últimos años les ha pasado una costosa factura y se quedan en el parlamento con algo menos del 20% de los asientos (153). La recuperación de este partido, anquilosado y claramente alejado de sus tradicionales bases sociales, que prefirieron votar por la extrema derecha o los liberales, será un proceso largo, lento y cargado de incertidumbre. Resulta curioso que el trasvase de votos en Alemania vaya de los antiguos caladeros de la izquierda hasta la extrema derecha; hará falta un análisis más pormenorizado y riguroso de los resultados para ver cómo y sobre todo por qué se están dando estos procesos. Algo parecido pasó ya en Francia e incluso en Grecia.
Resurrección liberal
Otro elemento sorpresivo que nos deparó la noche fue el regreso de los liberales al parlamento, ya que el FDP ha pasado del 4,8% de las últimas elecciones al 10,7% y sentará en el parlamento a ochenta de sus representantes. Así se ha convertido, como ha sido tradicionalmente en la politica alemana, en el partido bisagra que puede favorecer la formación de un nuevo ejecutivo, pero como ya se ha dicho anteriormente ni siquiera con sus votos Merkel tendría garantizada su elección como canciller por otros cuatros años. Entre los liberales (80) y la democracia cristiana (246) de Merkel apenas suman 326 diputados, les faltarían cuando menos, otros treinta apoyos para formar un gobierno sólido, estable y duradero.
A la coalición le harán falta más votos y Merkel ya ha anunciado que no está dispuesta a pactar con la extrema derecha. Los liberales han conseguido entrar en el parlamento a merced de que consiguieron superar el 5% de los votos, la barrera electoral que marca la Ley alemana para poder participar en el reparto del legislativo de ese país. El sistema electoral alemán es uno de los más complejos del continente y el elector emite dos votos: uno que va a una lista de carácter nacional y otro donde opta por candidatos uninominales hasta un total de 299 diputados.
Ligero avance pero con tendencia al estancamiento de las dos fuerzas de izquierda: los verdes y la izquierda
Si consideramos a Los Verdes como una fuerza de izquierda, aunque en su interior hay suficientes elementos programáticos contradictorios como para matizar este asunto, podemos reseñar que la izquierda ha tenido un pequeño avance en votos y en escaños. Los Verdes han conseguido cuatro diputados más, pasando de los 63 anteriores a los 67 de hoy, y casi un punto porcentual más con respecto a las elecciones del año 2013, pero muy lejos de las expectativas que tenían de recibir los votos de la anunciada fuga de electores del SPD. Si examinamos los resultados de las últimas elecciones celebradas en Alemania, podemos concluir que Los Verdes se estabilizan y muestran una clara tendencia al estancamiento.
Luego está la izquierda, que también sube como Los Verdes, pero muy poco también y se ve nulamente beneficiada por la grave pérdida sufrida por el SPD. Han obtenido apenas 69 diputados, obteniendo cinco más que en la pasada legislatura y un raquítico 0,4% más de votos. Las tres grandes fuerzas de izquierda-SPD, Los Verdes y la Izquierda- no llegan ni siquiera al 40% de los sufragios emitidos (38% suman los tres) y la "foto" que muestra Alemania tras estas elecciones es la de un país muy conservador y claramente escorado a la derecha.
Victoria pírrica de la democracia cristiana
En una democracia se gana o se pierde y se puede ganar aunque sólo sea por un voto. La cuarta victoria de Merkel le sitúa frente a la gran responsabilidad histórica de formar gobierno en un momento transcedental para su país pero también para Europa y el mundo. Merkel tendrá que hacer acopio de su tradicional capacidad para la negociación y para tratar de trabar una difícil coalición entre los verdes, los liberales y sus propios correligionarios. Solamente la suma de estas tres fuerzas le daría la mayoría suficiente para liderar un gobierno, pero el camino no resultará tan fácil como pueda parecer a primera vista dadas las notorias diferencias de los verdes con las otras dos formaciones políticas.
Queda descartado, por ahora, un acuerdo con la extrema derecha, que por cierto tampoco le daría la mayoría absoluta, y con el SPD, toda vez que desde su comatoso estado tras el batacazo electoral ya ha anunciado que no repetirá la "gran coalición" con la CDU/CSU de la victoriosa Canciller Merkel. A merced de los resultados obtenidos, al SPD le resultaría muy difícil volver al gobierno de Merkel, sería un suicidio político.