Que la gente proteste, lo ha hecho a lo largo de la historia contra la injusticia, la represión, los crímenes de Estado, las dictaduras y contra la corrupción. La protesta y lucha popular han sido y son uno de los medios contundentes para manifestar rechazo, inconformismo y generar condiciones para los cambios, reformas y hasta revoluciones, con que cuentan los pueblos.
Colombia está en deuda con los cambios y reformas de fondo del régimen político, del modelo económico y de las condiciones de vida indigna en que viven millones de sus ciudadanos. La implementación de los acuerdos es el detonante del cambio que necesita el país, cambio al que con tanto odio y rabia se oponen los defensores a ultranza del actual estado de cosas, la extrema derecha. Los acuerdos crean las condiciones para el cambio y la reforma democrática de fondo que se necesita. Ellos son los que posibilitan transitar de décadas de conflicto armado a un presente colmado de la batalla de ideas. En este nuevo escenario que se abre, jugará su papel fundamental la movilización y la protesta ciudadana.
Que los que hoy convocan a marchar el 1 de abril en Colombia contra un gobierno que los amamantó y del que se han beneficiado y enriquecido con sus grandes contrataciones y negociados; gobierno y Estado del que han sido afiebrados partidarios y además llamen a derribar el actual mandatario porque no siguió a pie juntas su estrategia de guerra, la única que los sostuvo en el poder; parten de una falsa premisa con la cual pretenden engañar a los incautos e ingenuos, que cada vez son más pocos: creer que la mayoría no sabe que ellos siempre estuvieron a favor de un sistema que reproduce la injusticia, la desigualdad, la pobreza, el desempleo y la corrupción. Seguro lograrán con odio, mentiras y millones gastados en publicidad engañosa atraer y convocar gente.
La misma ilegitimidad que denuncian del actual gobierno del cual son hermanos e hijos legítimos, los envuelve a ellos. Es falsa su premisa de que el corrupto e ilegítimo es el gobierno de Santos, de él hacia atrás ningún gobierno tiene sus manos limpias de corrupción, mentiras, falsas promesas, engaños, crímenes, etc. No cuentan con legitimidad ni autoridad para marchar contra un gobierno que es tan neoliberal e ilegítimo como los que ellos han mantenido y defendido por medio de la manipulación, la mentira y la guerra.
Los corruptos e ilegítimos que hoy llaman a marchar, lo hacen contra lo que ellos mismos han sido en esencia como clase y por eso se les ve mordiéndose la cola como serpiente venenosa. Rayan no solo con lo absurdo y la estupidez, sino con la falacia de que el pueblo desconoce lo que ha pasado y no es consciente de quienes son los responsables de la crisis, la guerra y la corrupción.