Treinta años después de la muerte del narcotraficante más famoso de Colombia, Pablo Escobar Gaviria, abaleado en un tejado al occidente de Medellín, la extradición, el temor más profundo de los industriales de la cocaína, hoy en día solo es una sombra de lo que representó hace décadas.
El miedo de los capos del cartel de Medellín a enfrentar la justicia norteamericana llevó al país a un baño de sangre sin precedentes que aún hoy no termina. Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Gustavo Gaviria, Carlos Lehder, los hermanos Ochoa y sus aliados iniciaron una guerra contra el Estado colombiano buscando tumbar la extradición de ciudadanos colombianos a una cárcel en los Estados Unidos, los hechos y resultados de esta guerra son ampliamente conocidos, los narcos preferían la muerte a ser extraditados.
Hoy en día las cosas han cambiado drásticamente: la extradición ya no es el mayor miedo de los narcotraficantes, la justicia americana comprendió que la estrategia de lucha frontal contra el narcotráfico solo avivaba la llama de la violencia donde caen las cabezas que rápidamente son reemplazadas pero el negocio no disminuye.
Desde entonces se optó por la negociación, a inicios del nuevo mileno muchos narcos de gran peso en el hampa colombiano iniciaron negociaciones con las agencias americanas por intermedio de Baruch Vega, quien afirma haber negociado la entrega de más de 114 poderosos narcotraficantes colombianos a través de sus gestiones con la DEA y el gobierno de estados Unidos, entre los más famosos se encuentran Carlos Ramón Zapata alias el Médico, quien pagó cinco años de cárcel; Nicolas Bergonzoli, lugarteniente de Pacho Herrera y, posteriormente, de Carlos Castaño, quien pagó solo 24 meses de cárcel; Julio Fierro, el asesinado exesposo de la modelo Natalia París, además se afirma que varios capos importantes estuvieron en el proceso pero no lo concluyeron, tales como alias Rasguño, capo del cartel del norte del valle, Wilmer Varela alias Jabón, y el mismo Carlos Castaño, quien fue asesinado por sus mismos compañeros al descubrir que planeaba negociar con la DEA, razón por la cual deciden eliminarlo por miedo a que los delatara.
La lista de narcotraficantes que decidieron llegar a un arreglo con la justiciar Americana es muy larga, a cambio de una corta pena y de la entrega de sus rutas, contactos, y parte de sus fortunas muchísimos capos pasaron unos pocos años o meses en una cárcel gringa, este es el caso de temidos personajes como alias “Perra Loca”, Felix Chitiva alias la Mica, alias Botija, de la Oficina de Envigado, alias Mueble Fino, del norte del valle, alias Fritanga, del Clan del Golfo, alias Rogelio, y la mayoría de los más importantes jefes paramilitares extraditados en 2008, quienes eran amos y señores del país, controlando las instituciones regionales y, en sus propias palabras,el 35 por ciento del Congreso de la República, es así como el Tuso Sierra, Macaco, Jorge 40, Hernán Giraldo, Hébert Veloza alias “HH”, Guillermo Pérez Alzate alias Pablo Sevillano, alias Gordo Lindo y el próximo a ser liberado Salvatore Mancuso.
La extradición ha sido un muy buen negocio para los Estados Unidos, allí solo importa la información que puedan ofrecer los criminales acerca de la producción, transporte y distribución de narcóticos, allí los capos negocian información por penas que van desde los 24 meses de prisión hasta los 12 años, además de entregar parte de sus bienes y fortunas para el fisco norteamericano, se dice que los familiares de los extintos capos Gonzalo Rodríguez Gacha y Chepe Santa Cruz negociaron la entrega de cientos de millones de dólares a cambio de inmunidad.
En conclusión poco interesa a las autoridades gringas los miles de muertos, los más de 8 millones de desplazados, los secuestrados y los centenares de masacres que han ordenado estos jefes mafiosos entre los más humildes del país, para quienes la mayor pérdida con la extradición de sus victimarios ha sido la verdad, la verdad a conocer dónde están los restos de sus seres queridos, de quien dio la orden de asesinarlos, secuestrarlos, desplazarlos y por cuales motivos, quienes fueron sus cómplices en las autoridades, en las fuerzas armadas, en las alcaldías, en las gobernaciones, en el gobierno nacional y en el Congreso.
Es cierto que muchos extraditados han seguido rindiendo indagaciones desde prisiones de los Estados Unidos, pero lo más cierto es que esta colaboración ha sido a cuenta gotas, poco esclarecedora y para nada ha cumplido con el principio de reparación para las victimas colombianas, los extraditados al enfrentar la justicia norteamericana pierden los incentivos para aportar de forma eficaz con verdad y reparación al pueblo colombiano, prefieren negociar una corta pena con los americanos y evadir al máximo la justiciar colombiana, convirtiéndose en muchos casos este proceso en una evidente revictimización para los afectados en las regiones del país donde miles de personas tal vez nunca puedan ser reparadas por los daños sufridos a causa del narcotráfico y el conflicto colombiano.
Los beneficios que le aporta este mecanismo de lucha contra el crimen al país es una cuestión que revive con la extradición de Otoniel, máximo capo y jefe de una de las estructuras con más hombres, más dominio territorial y más víctimas, además tiene algo que lo hace especial sobre todos los otros jefe de jefes que ha habido en la larga historial criminal del país. Otoniel es un hombre que conoce el conflicto desde todas sus aristas en su amplio historial delictivo figura en su haber el pertenecer a las Farc, el EPL y las autodefensas unidas de Colombia, además de ser el fundador del Clan del Golfo, es una figura crucial para entender todo el entramado criminal en todas y cada una de sus modalidades, Otoniel es el hombre clave para conocer cada uno de los poderosos que desde la legalidad han apoyado y auspiciado a las principales organizaciones criminales del país, es el hombre que puede contar quienes son los empresarios, políticos y miembros de las fuerzas armadas que han colaborado activamente en el flagelo que significa el narcotráfico.
Lo más importante, Otoniel ha ofrecido desde mucho antes de ser capturado, una negociación con el Estado colombiano con la intención de desmontar su estructura narcotraficante y desmovilizar a todos sus miembros, que en días pasados pusieron en jaque al gobierno nacional paralizando muchas regiones del país por la extradición de su máximo comandante.
Ante estos hechos es necesario replantear la figura de la extradición, está ya no es el símbolo de castigo y severidad que fue para los narcos, también ha quedado en evidencia que el país pierde mucho más de lo que gana cuando estos capos negocian con el gobierno norteamericano y en muchos casos logran burlar la justicia colombiana.
Así mismo es importante resaltar el hecho de que las instituciones colombianas décadas después de la muerte de Pablo Escobar no puedan garantizar el efectivo castigo de estos peligrosos criminales en prisiones colombianas por el increíble poder de corrupción y complicidad que manejan en todas las esferas del Estado.