El 20 de julio de 2018, cuando el nuevo Congreso se posesionaba, Antonio Guerra de La Espriella recibió con sorpresa que su curul, que ocupaba desde hace 20 años, estaba ocupada por Ana María Castañeda, quien se metió en el Senado a última hora con el escrutinio final de las votaciones que se hicieron el 11 de marzo.
Después de conocer la decisión del Consejo Nacional Electoral, Guerra no se guardó nada y aseguró que era un “robo burdo y descarado” lo que le habían hecho. El 11 de marzo le había sacado a su contrincante 1800 votos y a la hora de recibir la credencial perdía la curul por 501 sufragios.
A pesar de estar en el Congreso desde 1998, cuando fue elegido con más de 53 mil votos con el desaparecido Movimiento Nacional Progresista, y desde 2006 con Cambio Radical, Guerra se encontró con el poder de los Char, quienes desde su propio partido se la jugaron por su pupila. La estrategia era colocarla en el Senado para abrir el camino de su marido Mario Fernández, quien aspirará a la Alcaldía de Sincelejo sin sacrificar su poder en el Congreso.
La movida finalmente les resultó trabajando en dos frentes: por un lado, en el terreno del conteo electoral con Julio Novoa Fontalvo, un abogado que trabajó con él en la alcaldía de Barranquilla y litiga en favor de la casa que preside Fuad Char, a quien se le contrató la tarea de salvarle la curul a la nueva senadora sucreña. Y por el Consejo electoral los entonces magistrados, cercanos al Grupo barranquillero, serían Alex Vega, del Partido de la U, y Emiliano Rivera, del partido Cambio Radical.
Ana María Castañeda, exreina de belleza del departamento, hizo su campaña principalmente en Sincelejo junto a su esposo Mario Fernández, quien a pesar de ser liberal, siempre estuvo más cerca a Vargas Lleras y Álex Char. De hecho, en Sucre la disputa electoral fue entre los que a toda costa le coquetearon al exvicepresidente para ganarse su favor.
En enero, Juliana Escalante, sobrina del parapolítico Álvaro ‘El Gordo’ García, Salim Villamil Quessep, primo de actual alcalde de Sincelejo y entonces candidato a la Cámara; Antionio Guerra y Ana María Castañeda organizaron por separado diferentes eventos para recibir a Vargas Lleras en el departamento y descrestarlo con las convocatorias. Castañeda, quien además es administradora de empresas, logró llevar a más de 600 personas al Hotel Panorama en donde recibió a Vargas Lleras con papayera incluida. Incluso, el animador del evento, en nombre de Castañeda, le agradeció a “un senador que no está presente, pero por el que todos estamos aquí”. La alusión era clara, su esposo Mario quien ya se estaba trazando una nueva meta en el poder regional.
Con Castañeda en el Congreso, los Char se apuntaron una nueva ficha a su poderosa bancada, que ya suma 5 senadores y 6 representantes propios dentro de Cambio Radical.
Y con sorpresa sus colegas en el Senado vieron cómo la exreina desaparecía del recinto justo cuando se iban a votar las objeciones a la JEP. Cambio Radical estaba, en teoría, con el bloque que pretende hundirlas, pero Castañeda decidió no votar. El resultado fue 47 contra 34, cuando se necesitaban 48 votos para hundirlas o aprobarlas. Inmediatamente comenzó el reclamo contra Castañeda, quien además es presidente de la Comisión para la Equidad de la Mujer del Congreso, pues mientras se daba la votación ella estaba en con su esposo en la Secretearía General del Congreso, según dijo Gustavo Bolívar. Incluso dejó su bolso y celular en su curul, y minutos después alguien entró a recogerlas por ella.
Castañeda había asegurado que iba a votar las objeciones para hundirlas, pero desde el día de ayer varios senadores, entre ellos Roy Barreras y Armando Benedetti aseguraron que desde el gobierno las llamadas a congresistas de la U, Cambio Radical y Liberales no se hicieron esperar, incluso hubo una reunión entre funcionarios de Duque con varios congresistas, entre ellos una senadora, que habrían pactado salirse en la votación, como efectivamente sucedió. Hoy argumentó que no votó las objeciones porque en reunión de bancada creía que era mejor analizarlas una por una.
La responsabilidad también le cayó a la senadora de la U Maritza Martínez, nacida en Villavicencio y esposa del exgobernador del Meta y exsenador Luis Carlos Torres, quien le heredó su curul tras ser destituido e inhabilitado por 10 años, aunque esa decisión la tumbó el Consejo de Estado.
Hoy en el Congreso se volverán a votar las objeciones a la JEP, que necesitan 48 votos para hundirse o aprobarse, después de dos días en que la discusión se entorpeció por una oleada de recusaciones sin fundamento e impedimentos.