Ni suplatanción de la autoridad competente, ni irrespeto a la separación de poderes, ni mucho menos crisis constitucional ni dictadura comunista: el vergonzoso estallido del fiscal Franscisco Barbosa es simple y llanamente un caso de incompetencia política, el más escandaloso y vulgar del que tenga recuerdo en la vida política.
Quedará para siempre en la Historia de Colombia como uno de los episodios más rocambolescos y absurdos, y se recordará como F. Barbosa quiso finalizar su mandato como fiscal, con uno de los fracasos más evidentes y deshonrosos en la historia de esa institución.
Podríamos entrar a discutir como la pataleta de Francisco fue bochornosa e indebida incluso para un niño de 5 años, pero prefiero no dar la papaya de contradecirlo: lo mejor que puede hacer un mentiroso, es hacerse responsable de sus palabras.
Más bien, recordemos que la farsa que montó, desafortunadamente no ha sido la única en materia de escándalos - el anterior Fiscal nos ofreció una diatriba frente al Congreso en pleno, similar en su patanería y repleta de groserías dentro de su delirio, y renunció, menos de una semana después.
Es un lugar común decir que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente, pero aquí nos ayuda a entenderlo: un funcionario mediocre que no entendió ni su función ni su rol en la vida pública, tuvo que desarrollar su corrupción delante de todos, y terminar con un acto público tan pero tan increíblemente absurdo, que opacará su mediocre desempeño al frente de la institución. Recordaremos su pataleta, y olvidaremos su mediocridad.
Es inaceptable en una democracia que un funcionario insulte a un Presidente, y lo digo no por lo que Barbosa se imagina, de que no es un 'jefe' a quien tuviese que rendirle pleitesía ni informes, sino por que insulta a cada uno los colombianos que votaron por un cambio y tienen todo el derecho de exigirle a él, como somos cada uno de los ciudadanos un 'jefe', que se comporte decentemente y no falte a la verdad.
Mal alentado por su partido y sus aliados políticos, le faltó declararse presidente interino de nuestro pais. Se le escuchó entre murmullos un llamado a golpe, algo que no puede perdonársele, por lo ocurrido recientemente en EEUU y Brazil, y que debiera ocasionarle una destitución por desgracia a la República.
Pero no olvidemos que la humillación que se infligió a sí mismo, fue producto de casi dos décadas de decadencia uribista. La política del 'tapen, tapen', o mejor dicho de de enviar mierda y esperar a ver que queda, cría una raza muy particular de políticos: los mentirosos patológicos.
Sufren ellos de un fenómeno conocido como 'disonancia cognitiva', y que consiste en que, al enfrentarse a una verdad que contradice sus convicciones, se enranchan aún más, separándose cada vez más de la realidad - la tensión resultante muchas veces desemboca en pataletas y verguenzas, pero nunca en un cambio de rumbo.
Barbosa y sus aliados de extrema derecha pretenden entonces, la misma rancia estrategia de siempre: crear una realidad 'alternativa' en donde no perdieron el poder, la incompetencia es recompensada, se le llama Excelencia a alguien que dejó el poder hace 15 años, y donde las mentiras más evidentes se convierten en verdades.
No los dejemos.