La derecha ha diversificado sus estrategias para cautivar electores y adeptos, lo que antes era una herejía para ellos, hoy es motivo de sonrojo y orgullo, se reivindican de derechas y de ultraderechas públicamente.
Le han arrebatado el lenguaje y la calle a la izquierda, ahora organizan mítines, boicots y hasta tiran piedras, huevos y tomates, y desde luego, asesinan diariamente a líderes sociales de la colombia periférica, profunda.
La izquierda, por el contrario, ha venido modificando su actuar, ha comenzado a comprender a trompicones, que el asunto no está en las sectas ni en seguir los catequismos cuasireligiosos de vieja data.
Sus líderes y en especial sus nuevas generaciones, curtidas en la lucha social, el activismo y la confrontación callejera e ideológica, han asumido que el poder es el norte y que la unidad es el puente, así de simple.
Nos costó casi 12 años comprender que lo que decía el viejo Carlos Gaviria Díaz era acertado, debemos prepararnos para gobernar.
El extremismo de la derecha no puede verse como un mero desespero con relación a las implicaciones del proceso de paz con las Farc-Ep, que dejó al descubierto que las causas estructurales de los problemas del país no están en lo que por un poco más de una década nos vendieron como objetivo principal “luchar contra los terroristas”, amén de los “extraños” favores del Eln al extremismo de derecha, que algunos osan llamar “lecturas desacertadas de la realidad”.
El descrédito de los partidos tradicionales, de sus principales cuadros, a pesar de que intenten desmarcarse de la vieja política, ha permitido que candidaturas de izquierda como las de Petro y Caicedo emerjan en ese maremágnum de candidatos de extrema derecha como de los llamados NINI, cuyo principal mérito es no decir nada sobre nada, a fin de cuentas para eso está Google.
Las propuestas, el ejemplo, la capacidad argumentativa y de gestión administrativa al frente de cargos públicos de peso, el ascenso político contra viento y marea de caciques regionales y de enemigos poderosos de la oligarquía, son las principales virtudes de quienes hoy se encuentran en una contienda por la candidatura de la izquierda.
Con dejo afirman muchos que el resultado del 11 de marzo es indiscutible y que el ganador es uno solo, tienen razones de peso para afirmarlo, las encuestas así lo indican. Sin embargo, lo sucedido con el plebiscito deja mucho que desear sobre los pronósticos de las encuestadoras.
De igual manera, deben recordar algunos lo que pasó en la consulta abierta entre Carlos Gaviria y Gustavo Petro, deben recordar también cuáles eran los pronósticos y la soberbia de quienes apoyábamos al maestro Gaviria y por último deben recordar que en esa consulta no solo votamos los otrora polistas.