Cuando todo el mundo pensaba que con las Farc ya había terminado el show de los tales procesos de paz con las guerrillas, ahora se le apareció a Colombia otro igual o peor: con el Ejército de Liberación Nacional o ELN.
La semana pasada estaba programado todo para iniciar en Quito, Ecuador, la fase pública de las negociaciones con los hombres de alias “Gabino”. Sin embargo, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se cerró a la banda y dijo que hasta tanto sea liberado el político chocoano Odín Sánchez Montes de Oca no habrá conversaciones.
Conociendo el estilo del ELN será bien difícil que afloje en esa exigencia, aunque sus voceros dicen lo contrario. Odín Sánchez se "canjeó" -un tipo de contrato casi admitido en Colombia, que habrá que meter a nuestro código civil-; se "canjeó, decía, en abril pasado por su hermano Patrocinio, exalcalde de Quibdó y quien estaba aquejado por serios problemas de salud.
La familia Sánchez ha dicho que ya ha pagado una gruesa suma de dinero por la liberación de Odín, pero el ELN insiste en que tienen que ser 3.000 millones de pesos. Ni una moneda más ni una moneda menos. Para tratar de conseguir esa fortuna de un millón de dólares los Sánchez han hecho rifas y casi que han acudido a la caridad pública, pero el ELN no cede.
Sobre el tema del ELN y el secuestro, bien vale la pena destacar que no solo tiene en su poder a Odín Sánchez. El comerciante Octavio Figueroa también cayó en manos de ese grupo en marzo último en La Guajira. “Nosotros, como el gobierno, también cobramos impuestos porque es que uno no vive de estampitas, (como) dicen por allá los paisas (…) La guerrilla tiene que tener unos ingresos y se cobran impuestos”, dijo recientemente alias Pablo Beltrán, uno de los negociadores del ELN, muerto de la risa, a la emisora Blu Radio.
Cuando se le preguntó por el señor Octavio Figueroa, Beltrán soltó esta perla en la misma entrevista: el secuestrado “tiene un capital más o menos abultado conseguido muy rápido y de orígenes medio sombríos”. ¡Hágame el favor!
El historial criminal del ELN es extenso y escabroso y se debe tener presente muy especialmente en la actual coyuntura. Miremos por encimita: en 1989 secuestró y asesinó a monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo católico de Arauca. En octubre de 1998 voló un oleoducto en Machuca, municipio de Segovia, departamento de Antioquia, y provocó la muerte por quemaduras -un tipo de asesinato de lo más creativo- de más de 80 personas. En mayo de 1999 secuestró a varios centenares de feligreses en la iglesia La María de la ciudad de Cali. Los anteriores tres casos para no tener que ahondar en las cientos de voladuras al oleoducto Caño Limón-Coveñas (con los consecuentes daños ecológicos y económicos), el asesinato constante de militares y policías y el secuestro de civiles, como el de la valiente periodista colombo-española Salud Hernández-Mora.
Entre 1981 y 2014 el ELN asesinó a 126 mujeres
en Boyacá, Arauca y Casanare. Feminicidios, al decir de la Fiscalía, perpetrados
porque las víctimas eran “novias de policías y soldados"
Ah, y un dato clave más: en mayo de este año la Fiscalía General reveló que entre 1981 y 2014 el ELN asesinó a 126 mujeres en los departamentos de Boyacá, Arauca y Casanare. Esos feminicidios, al decir de la Fiscalía, fueron perpetrados porque las víctimas eran “novias de policías y soldados”. Con ellos, con los del ELN, es que se quiere negociar, para que le vamos poniendo a la cosa la "perspectiva de género".
Claro que para que esas negociaciones con el ELN lleguen a buen puerto Colombia cuenta con la “garantía” de faros de la democracia en América Latina como Cuba y Venezuela. También habrá diálogos en Ecuador.
Pese a que no está muy claro qué es lo que van a negociar el gobierno de Casa de Nariño y el ELN, se puede dar por descontado que al final varios centenares de hojas confusas querrán ser anexadas a nuestra Constitución, tal como sucedió con las Farc, aunque el pueblo colombiano dijo el 2 de octubre en las urnas que a esa vuelta no le jalaba.
Por lo pronto sentémonos a esperar los disparates del ELN mientras avanzan las supuestas conversaciones de paz. Preparémonos a ver caer de nuevo con las balas de ese grupo guerrillero a ciudadanos decentes, tal como sucedió con el periodista Eustorgio Colmenares Baptista, director del diario La Opinión de Cúcuta y asesinado en 1993, o al médico y dirigente político Jorge Cristo Sahium, asesinado en 1998. Para crímenes atroces como los de Colmenares y Cristo el ELN se tiene confianza.
Un comentario final: ¿Quién de entre los negociadores está preparado para reclamar al ELN por la "ética revolucionaria" envuelta en sus devastadores atentados al medio ambiente? ¡Qué oportuno sería conocer el criterio a este respecto de alguna de nuestras muy numerosas ONG verdes!