Decía el doctor Abelardo de la Espriella en entrevista con Cristina Estupiñán que en un futuro cercano iba a presentar un disco con canciones de blues, jazz y boleros, pero al final nos sorprendió con un repertorio de ópera muy a la usanza italiana, ya que, según él, esa vena artística viene de sus antepasados.
De la Espriella no solo es un abogado y artista prestigioso, es un hombre polémico en sus conceptos legales y fanático de la justificación de los medios para llegar a buen puerto en sus muy cuestionados casos. La ética, según él, no tiene mucho que ver con el derecho, ya que de acuerdo a lo expresado en una entrevista radial, "el derecho no está determinado por la ética, sino por la normatividad vigente y cada quien ve si éticamente aplica lo que cree que deberían ser las cosas. En estricto sentido, la moral y la ética, que son lo mismo, no tienen nada que ver con el derecho". Palabras más palabras menos, en derecho, la moral que él profesa la aplica en su ética de trabajo
Para ejemplificar lo anterior basta con ver esto:
- "Un abogado penalista está obligado a atender todas las defensas para las cuales sea requerido y uno no puede hacer juicios de valor sobre los procesos de sus clientes”. Según la ética de trabajo del reconocido penalista no importa qué tipo de delito haya cometido su cliente, ya que su "juicio de valor" sobre sus defendidos —algunos acusados de genocidas, narcotraficantes, expropiadores de tierras y asesinos de inermes campesinos— no es de su incumbencia siempre y cuando el valor (juicio de valor) negociado se cumpla de acuerdo a sus estándares morales.
- "El 20 por ciento de los procesos de nuestra firma son para personas de escasos recursos, y cuando se trata de casos de gran impacto social, pues con más razón". Por esta razón tomó como apoderado casos como el de Rosa Elvira Celis y Dania Londoño. No se requiere ser un genio para entender que tras bambalinas hay un show mediático que el ilustre abogado no puede dejar pasar y perder el aplauso de la gradería que lo quiere ver como un Robin Hood.
- "Mi problema no es económico, y espero que eso quede claro. Yo defiendo las causas que me mueven las fibras y en lo que menos pienso es en el dinero". Eso en lo que atañe a casos como los antes mencionados, pero en otros más escabrosos, como el de un pastor evangélico abusador de mujeres, ¿qué le habrá movido la fibra?
Lo mismo sucedió con Natalia París, que fue, según él, vilipendiada en un libro de Madame Rochy, quien aseguró que la esbelta joven trabajaba como prepago para reconocidos narcotraficantes. Ahí también se le movió la fibra de la ética profesional y volvió a ganar. Además, luego, se supo que el esposo de la connotada modelo era un reconocido narcotraficante, que fue desaparecido por la misma mafia. Ella supuestamente no tenía ni idea en qué trabajaba su marido, ya que según sus palabras: "El amor es ciego, sordo y mudo".
Pero eso no es todo, el penalista ha defendido a clientes de la talla de Eleonora Pineda, Rocío Arias, Mario Uribe, Dieb Maloof, entre otros, personajes oscuros, que tienen a cuestas un historial oscuro, que según la ética promulgada por el naciente artista no tiene nada que ver con la moral.
Sin embargo, la cosa no se queda ahí. Cuando fue increpado por Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, sobre sus dudosos clientes y el mal que le han hecho a la sociedad colombiana, el ilustre abogado lo llamó mamarracho junto con otra serie de improperios. Y de la misma manera montó en cólera contra el profesor Robles Zabala, columnista de Semana, a quien por su color de piel lo mandó a "bañar"... mi hablar de los improperios que ha lanzado contra el muy respetado jurista Rodrigo Uprimny y todo aquel que pretende interponerse a sus diatribas de resbaladiza procedencia.
Para cerrar, en vista del actuar del connotado abogado y aspirante a cantante, para los colombianos y académicos que tienen como base ideológica la Urbanidad de Carreño, la moral y la ética pública —principios fundamentales que no se aprenden en una universidad, sino en la casa— es una gran noticia recordar las raíces italianas del personaje, de antepasados muy ilustres (según lo hemos podido constatar leyendo a Mario Puzzo).