Por una de las más transitadas y peligrosas avenidas de esta ciudad, rodaba el otro día un hombre en su bicicleta; le faltaba el brazo derecho y con la mano izquierda hablaba por el celular. Parecía cosa de circo y lo mejor es que sobre las zonas verdes de dicha vía, para darle gusto a los ambientalistas, ya habían regaron asfalto para hacer una ciclovía que pocos utilizan.
Algo anda mal en la capacidad de los seres humanos; en eso de reflexionar sobre lo que hacemos. En Colombia, a la gente se le dice: utilice el casco si va a montar en moto, pero prefieren lucir una gorra. Al electorado se le advirtió de no votar por el autor de la ley 100 y fundador del paramilitarismo, e hicieron lo contrario, lo pusieron de presidente, con reelección pagada incluida. También se le explica a la población que el estilo de vida del gringo derrochón acabará con el planeta y se sigue igual, soñando con ser multimillonarios. Y mientras a la ministra le reclaman circo Panamericano, unos juegos que pueden costar 700 millones de dólares, los niños se mueren por desnutrición en el Chocó o en La Guajira, con la venia de las cortes. ¿Qué hacer si es el país que tenemos?
Lo tenaz es que en el plano internacional las cosas andan peor porque la estupidez humana nos lleva a repetir la historia una y otra vez. En su “sabiduría popular” los franceses, escogieron a Napoleón para regar sangre; los alemanes eligieron a Hitler; los “aliados” hoy respaldan a su payazo ucraniano y hace poco en Israel nombraron a Netanyahu para seguir exterminando a los palestinos.
No cabe duda que nuestra idea romántica de pueblo sabio y solidario está en crisis. De poco sirven esas frases bonitas de: “El pueblo unido jamás será vencido”, “Sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes garantizan la grandeza de las naciones”, “El pueblo, el fuego y el agua no pueden ser domados nunca”, “Por instinto el pueblo sabe lo que quiere”, “La solidaridad es la ternura de los pueblos.”
Es increíblemente absurdo que sigamos endiosando el desarrollo tecnológico como fórmula de progreso y nos vayamos metiendo en los cuentos de la “Inteligencia Artificial”, precisamente ahora cuando el mundo ve como otro simple espectáculo televisivo el asesinato de 24,000 personas en tan solo 100 días. Yo entiendo que por dinero los EEUU, Alemania e Inglaterra estén azuzando nuevamente la guerra, pero no entiendo la pasividad de los demás. Por eso quisiera formular dos grupos de preguntas:
- ¿Qué pasa con el pueblo de Israel que va ampliando sus fronteras con sangre, sobre las tierras del medio oriente? ¿Dónde está su inteligencia, su capacidad para entender la humanidad y los derechos de los otros pueblos?
- ¿Qué pasa con el pueblo norteamericano que produce marchas de solidaridad con Palestina, al tiempo que van camino a la reelección de Donald Trump para seguir esa historia de estar poniendo presidentes sanguinarios, que con el cuento de defender la democracia y la libertad están llevando al mundo al borde de la tercera guerra mundial?. Los norteamericanos son tan valientes que siempre se compinchan con otros para armar incendios en los países pequeños o pobres: Lo hicieron para atacar Irak y Afganistán, le impusieron la guerra a Rusia, respaldan sin pudor los neofascismos como el sionista, bombardean al pueblo de Yemen y siguen jodiendo a Irán. Pero con China no se meten de frente, pues no son brutos del todo.
Yo tengo para esas preguntas dos hipótesis: Israel se expande porque necesita darle acogida a todos los neojudíos que llegan de otros países buscando dinero y ser aceptados en su fe. Sabido es que no hay nada peor que un advenedizo debido a que en su afán por defender su purismo religioso y sus intereses personales, se vuelven insaciables.
Con los Estados Unidos pasa algo parecido, allá va toda la “gusanera” del mundo porque el sueño americano se nutre de la religión verdadera, la del dinero que dan las teorías del emprendimiento y del progreso. La avaricia y el ego con su hermana la fantochería, no conocen límites racionales y si para lograr los objetivos hay que vender drogas, armas o licores, pues ellos asumen que ese ha de ser el camino. ¿En dónde se queda el dinero de los narcotraficantes y de los banqueros ladrones del mundo? ¿Sabe cuáles han sido las ganancias de la industria militar norteamericana en los últimos 100 años?
Yo solo les digo una cosa: a pesar de los avances de la informática, la estupidez humana, es la única que quedará sobre los campos de batalla, como recuerdo para la historia. De la misma manera que ya he visto, sobre el pavimento, la sangre de los que presumen audacia mientras conducen.