El fútbol es, indudablemente, el deporte más seguido por los colombianos. Esa es una realidad que no se puede ocultar. Tanto es así que para millones de compatriotas es más importante -en términos de dejar en alto el nombre del país- lo que hizo James Rodríguez en Brasil el año pasado que lo que logró Gabo alrededor del planeta con sus letras. Hay decenas de personas que, incluso, se han tatuado el rostro del 10 del Real Madrid, pero no conozco a alguien que lleve en su piel la cara de García Márquez. Esta es una prueba legítima de lo que dije anteriormente. En suma, el fútbol es el Dios del colombiano y la selección de fútbol de mayores la niña de sus ojos.
En pocos días el combinado nacional estará participando del evento futbolístico de selecciones más importante del año alrededor del mundo. La Copa América Chile 2015 está a la vuelta de la esquina y, claramente, los colombianos ya se preparan para "dar la vida si es necesario", por apoyar a su equipo. Y todo porque el colombiano promedio ama con todo su ser a la selección. Que no nos quepa la menor duda.
Alguna vez, el más grande escritor de todos los tiempos en nuestra lengua, Jorge Luis Borges, dijo "el fútbol es popular porque la estupidez es popular", y vaya si tenía razón. Colombia es el mejor ejemplo para avalar la afirmación del argentino. Y no se vayan a molestar porque digo que nuestro país es estúpido, no sean hipócritas. Si no es estúpido un país que tiene a Uribe sentado en el Congreso y no en la cárcel, no sé cuál lo sea. Ni siquiera Perú, que para una inmensa mayoría de colombianos estúpidos es un país que hay que mirar por encima del hombro, es tan idiota como Colombia. Allá a Fujimori al menos lo juzgaron; en el nuestro a Gaviria, Pastrana y Samper, por no nombrar a más expresidentes, todavía se les trata como a personas honorables.
El colombiano promedio, que no tiene salud ni educación pública, gratuita y de calidad, va a estar celebrando los goles de Falcao como si con eso se ganara una vivienda propia y digna. Lo que no puede celebrar es que seamos un país pacífico. De hecho, si se toman unas cervezas de más se van a terminar matando entre todos. Ya me imagino las calles de mi Colombia llenas de botellas quebradas, sangre y miseria, si es que la selección gana la Copa América. Aunque si no la gana también, allá siempre hay un motivo para hacer el mal a los demás.
En definitiva, el colombiano promedio vive orgulloso de la selección porque son pocas las otras cosas por las que sentir algo parecido. Esos 23 tipos que van a representar los colores de un país anclado a la miseria, por culpa de la mentalidad de sus habitantes y la inmoralidad de sus políticos, son los únicos que puede hacer que millones de colombianos sean felices. En las prioridades estúpidas del pueblo colombiano, hoy por hoy, está bien arriba el hecho de ganar la competición continental de fútbol. Ojalá la ganen ellos, ya que nos quedó grande ganar en términos de justicia, oportunidades, derechos, dignidad, honorabilidad, decencia, respeto y tolerancia.
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