Veo que la máxima tendencia en Colombia es Marchar sin capucha. Ellos son ingenuos, creen que vivimos en un país civilizado que enarbola las banderas de la democracia. Nada mas lejos que eso. Hace unos días vi esto en Facebook que me parece completamente cierto: “Una de las pocas cosas que tiene un manifestante contra los gases lacrimógenos que siempre tira el Esmad es mojar un trapo con leche y ponérselo en la cara para anular su efecto. Por eso se nota que los que están pidiendo que no hayan capuchos el 21 de noviembre nunca han salido a la calle a protestar. Al frente siempre hay un tombo de civil grabando caras para después perseguir al manifestante. En un país donde es considerado terrorismo marchar por la paz lo mejor es no dar papaya y cubrirse. En una marcha en cualquier momento todos somos proclives a volvernos capuchos”.
Como se nota que los periodistas que pusieron la tendencia nacional nunca han salido a una marcha. Por lo general es la fuerza pública la que empieza a provocar. Los gases arden en la cara, un ardor insoportable que sólo se calma untando una camiseta con leche. Uno no se encapucha por gusto sino porque toca. La única manera que uno no se encapuche es que suceda en Boyacá en donde el gobernador Amaya —que bastante sabe de esto— mandó a guardar el Esmad. Ojalá la tendencia fuera marchar sin Esmad en vez de marchar sin capucha.
Por favor, no todos los encapuchados somos vándalos. Algunos no queremos que nos tomen fotos, que nos identifiquen, que nos persigan. Ojalá nos dejen marchar en paz y con capuchas