No la tiene fácil esta generación de millennials. Leyendo el artículo de “How Millennials became de Burnout Generation” de Anne Helen Peterson, me di cuenta que contrario a lo que pensaba, esta generación que se mueve entre los 22 y 38 años se ha encontrado con un mundo bastante más difícil de lo esperado. Acusados de ser “arruinados por sus padres, perezosos y fracasados”, tienen en la virtualidad una carga difícil sobre sus hombros.
No hay nada más desgastante que tener que estar todo el tiempo feliz, y así es como le toca aparentar esta generación que vive en el mundo virtual de las redes sociales, allí ven a los demás llevar unas vidas aparentemente geniales, apasionadas e interesantes. Aunque todos somos conscientes que la gente solo sube a las redes los buenos momentos, eso no significa que, al ver todos esos viajes, fiestas o comidas deliciosas, no incite a pensar permanentemente que tal vez su vida no es tan agradable como la de los demás. El viejo proverbio de “La hierba siempre es más verde en el otro lado de la valla” le aplica a esta generación minuto a minuto a través de su celular.
Para muchos millennials, la presencia en las redes sociales, en LinkedIn, Instagram, Facebook o Twitter, también se ha convertido en una parte integral para obtener y mantener un trabajo. El ejemplo más puro son los llamados influenciadores, a quienes vemos haciendo todo tipo de cosas, y cuya fuente de ingresos depende de lo que está realizando en línea, de que su vida sea pública. Las redes sociales también son el medio a través del cual muchos trabajadores se promueven y se definen. La gente usa Twitter para aprender sobre otras historias, pero también para desarrollar una marca personal que hay que estar alimentando permanentemente. Las personas utilizan LinkedIn no solo para currículos y redes, sino también para publicar artículos que lo acrediten como gerente o empresario.
Las redes sociales creadas para compartir, no son tan inocuas como una conversación de amigos donde uno puede hablar estupideces por momentos, sabiendo que luego serán olvidadas. En las redes no hay esa libertad, pues todo permanece, y podrá ser utilizado fuera de contexto. Muchos se han equivocado debido a la imediatez de los teléfonos inteligentes, con un Twitter que nunca debió publicarse o una foto en Facebook que jamás debió salir, más de uno quisiera poder eliminar lo que escribió en el algún momento. WhatsApp tuvo que implementar la posibilidad de borrar mensajes enviados, lo cual una que otra vez lo salva a uno de equivocarse en el destinatario. Tener que pensar a cada paso en como podrá ser utilizado lo que dije en redes en un futuro, como mínimo, no es nada relajante.
Cuando se muestra en redes,
el trabajo siempre es fotografiado como un espacio divertido o loco,
y siempre gratificante
El otro tema que veo con frecuencia, es el concepto que se debe ser “feliz en el trabajo que se haga”. No niego que esto es correcto, pues es la única forma de disfrutar esta parte tan importante vida donde pasamos la mayoría del tiempo. Pero a diferencia de nuestra generación donde el trabajo era algo necesario, y claro si se estaba contento mucho mejor. Ahora cuando se muestra en redes, el trabajo siempre es fotografiado como un espacio divertido o loco, y siempre gratificante. Lo cual todos sabemos no es necesariamente cierto. Sus padres esperan mucho de ellos, y ellos buscan el trabajo genial que satisfaga esas expectativas, impresione a sus compañeros y cumpla con sus sueños. Las fotos y los videos que provocan más celos son aquellos que sugieren que se ha alcanzado un equilibrio perfecto entre el trabajo y la vida. Una forma de autoconvencerse de que esto es cierto, es mostrándolo en las redes, aunque no sea lo que aparenta ser. Realmente no la tienen fácil.