La estrategia fallida del manejo del covid-19 en colombia

La estrategia fallida del manejo del covid-19 en colombia

¿Por qué no dejan de aumentar los casos si el país ha estado sometido a una de las más largas cuarentenas? ¿En qué ha fallado el Presidente Duque?

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julio 19, 2020
La estrategia fallida del manejo del covid-19 en colombia

Confinar por confinar, sin medición de los tiempos, a destajo y sin tener en cuenta criterios territoriales, tal como está haciendo el presidente Iván Duque en Colombia, es una estrategia absolutamente errónea, fallida y condenada al absoluto fracaso, tal como lo revelan a diario los tozudos hechos y la cruda realidad, en que los casos aumentan, los fallecidos se disparan y el país camina, irremediablemente, hacia el caos social y económico. Duque, como la alcaldesa de Bogotá, la inefable Claudia López, están absolutamente equivocados y no han aprendido absolutamente nada de esta crisis. Son un par de políticos indocumentados que cayeron en la trampa de suplir su desconocimiento con una política radical de cuarentena total sin examinar a fondo las estrategias exitosas de otros países.

En primer lugar, la crisis está mostrando que el confinamiento sin una política paralela que afronte los desafíos sanitarios, técnicos, profilácticos e incluso políticos derivados de la pandemia no tiene ningún sentido. Es decir, hay que confinar pero con un abanico de medidas inmediatas tales como las pruebas masivas -los famosos PCR-, la instalación inmediata de las necesarias y adecuadas Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), la compra de ventiladores para tenerlos en funcionamiento en caso de una emergencia masiva, la adopción de medidas de seguridad por parte de la población, como el uso de mascarillas, guantes, el mantenimiento de las distancias de seguridad –dos metros- y la utilización de gel de limpieza, y, finalmente, la imposición por parte de las autoridades de algunas normas básicas, como el mantenimiento de la distancia física entre las personas y la prohibición de todos los actos públicos sin exclusiones. Sin esas medidas paralelas, ninguna cuarentena, tal como se ha visto en estos meses, funcionará.

Ausencia de una estrategia frente a la pandemia

No tener una estrategia frente a la crisis, pese a que los dos máximos dirigentes colombianos argumenten que cuentan con un gran elenco de técnicos y expertos (¿?) que avalan sus decisiones, ha sido la tónica dominante que ha caracterizado a la toma de decisiones en Colombia, bien improvisando, tomando medidas estúpidas -como el famoso simulacro de la alcaldesa que terminó en el casi seguro confinamiento más largo de la historia de la humanidad- y siempre como si pareciera que nadie estaba al frente del país, tal como revelaban esas monótonas e insulsas ruedas de prensa del máximo líder de la nación que parecía querer transmitir seguridad al país cuando lo que se presentía  era una persona insegura, titubeante e incluso ignorante ante tan maño desafío. Jugar con unos muñequitos para niños frente a las cámaras para explicar las buenas prácticas, tal como seguramente le asesoraron sus “expertos” en comunicación, resultó patético e incluso ridículo, sobre todo después de que uno de los famosos muñequitos se le perdió al presidente en plena (y pueril) actuación.

Algo hemos aprendido en esta crisis y, desde luego, es que hacer por hacer, como para justificar que se está haciendo algo sin tener claro cuál es el fin, es la peor de las políticas, llevando a cabo acciones gratuitas sin ningún fin y una supuesta propuesta técnica que no es tal porque los que la ejecutan son unos vulgares desinformados, por no decir otras cosas peores. Haber dejado en manos de los políticos esta crisis ha sido el peor de los negocios. Si de veras el presidente Duque quiere poner fin a esta amenaza llamada covid-19, llamen al gobierno de Taiwán, o a sus representantes en Bogotá -a los cuales ni siquiera se dignó a escuchar- y déjense asesorar por gentes que de veras sí han derrotado al coronavirus, como los datos de casos y fallecidos demuestran. Ser un inútil no significa que uno tenga que ser, necesariamente, un idiota oficialmente declarado.

Luego están algunas medidas básicas, como de librillo, entre las que destacaría el aislamiento social de los enfermos como  complementaria a las ya referidas anteriormente y que tendría como sentido aislarlos para proteger a los sanos y evitar la propagación masiva de la enfermedad, tal como ahora está pasando en los Estados Unidos, México, Rusia, Brasil y Perú, entre otros, y antes ocurrió en España e Italia, dos de los países europeos más castigados por la pandemia y con mayor número de fallecidos. El aislamiento social de los enfermos y de poblaciones susceptibles de serlo por pura casuística, junto con las pruebas masivas y las medidas sanitarias y profilácticas generalizadas para toda la población, son elementos claves en la lucha contra el covid-19. Por ejemplo, la utilización de medios tecnológicos y aplicaciones en las teléfonos móviles han dado también excelentes resultados en numerosas naciones. Aprendan de los otros y no sean tan mediocres.

Después hay otro elemento clave que se está utilizando en todos los países pero que es bien obviado por los máximos dirigentes colombianos y se trata de la adecuación del confinamiento a criterios territoriales en función del número de casos que presente el territorio en cuestión; confinar a todo un país sin tener en cuenta esos criterios territoriales ya referidos por su número de casos y fallecimientos, es un disparate sin sentido.  Es, como se dice vulgarmente, matar mosquitos a cañonazos. El abuso del confinamiento tiene más que ver con la falta de conocimiento, por mucho que arguyan que utilizan a grandes expertos (¿?), y la falta de una verdadera estrategia científica y basada en criterios experimentados en otros países. Colombia, como casi todos los países de América Latina, no han tenido en cuenta, por ejemplo, la exitosa experiencia en el tratamiento y enfrentamiento del covid-19 por países como el ya citado Taiwán, con apenas unos centenares de casos, a la hora de enfrentar la misma y sin haber paralizado su economía tan brutalmente y con los altos costes que tendrá  en el futuro, tal como se ha hecho en Colombia. El impacto de esta crisis en el PIB taiwanés apenas será de un 1% y en el caso de Colombia, sin necesidad de ser un genio y a tenor de lo que está ocurriendo, seguramente llegará a un 15% negativo o más, siendo optimistas.

Es cierto que es fácil hablar a toro pasado, que se dice vulgarmente, pero también es verdad que ya llevamos inmersos en esta crisis casi siete meses y podemos extraer algunas enseñanzas de los países que mejor han gestionado la pandemia y de los que peor lo han hecho, entre los que destaca, por cierto, con luz propia, los Estados Unidos. Haber destruido totalmente –tras paralizarla- la economía colombiana, con las seguras y brutales consecuencias sociales que ello acarreará en el futuro como se revelará en los próximos meses, no ha conseguido detener la pandemia, mostrando a las claras que la cuarentena aplicada sin criterios territoriales y medidas complementarias adicionales es una política fracasada. Es casi seguro que Colombia se acercará muy pronto a los 200.000 casos y ello mostrará a las claras que el camino emprendido para hacer frente a la crisis, con datos en la mano de casos y fallecidos, no fue el más acertado para enfrentarla.

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