Petro desde que supo que su sucesor sería Enrique Peñalosa se la jugó al 100% a un supuesto: que entre más mal le fuera a la ciudad mejor le iría a él en las encuestas. Esa idea ha sido el eje de su campaña, pero en la última encuesta se demuestra que a Petro no le está yendo tan bien como esperaba, a pesar de que estamos viviendo el escenario ideal de su apuesta.
Petro como el alcalde los últimos días
Durante las últimas semanas de su gobierno Petro se volvió literalmente un visionario: empezó a hacer profecías apocalípticas del futuro de la ciudad.
Esa fue su estrategia para sacarle rédito político a lo que en muchos aspectos era en realidad una profecía autocumplida: el germen del desastre ya estaba implantado desde su gobierno. Recordemos que de su alcaldía quedaron demasiadas cosas pendientes como la bomba económica y social del SITP, la aplazada renovación de los buses de TransMilenio, los problemas del relleno Doña Juana, la falta de conclusión de proyectos como el metrocable y el metro subterráneo.
“Predecir” que vendrían tiempos oscuros no fue ninguna proeza, pero sí una gran oportunidad de voltear la torta política a favor, algo en lo que Gustavo Petro es un experto.
Las segundas partes no suelen ser tan buenas
Peñalosa ganó las elecciones apelando a la nostalgia: que en nuestra primera alcaldía hicimos TransMilenio, que hicimos ciclorrutas, que hicimos bibliotecas etc. Era un mensaje efectivo, tanto que hasta sus peores contradictores tenían que admitir que Peñalosa I tuvo aspectos positivos.
El problema es que Peñalosa II terminó convencido de su propio discurso de campaña y aun a estas alturas cree que estamos otra vez a finales de los años noventa: el alcalde no quiere comprender que las estrategias usadas en Peñalosa I son completamente inoportunas para los tiempos que está viviendo actualmente la ciudad.
Mientras el alcalde ante los micrófonos habla de bombas atómicas, de una ciudad descuadernada, de una ciudad que requiere medidas urgentes, en su día a día prefiere desarrollar el proyecto de la ciudad futura del 2040. Esa contradicción entre lo que denuncia y lo que hace condenó a la ciudad a continuar la espiral descendente que ya completa una década y tiene a la ciudad en uno de sus peores momentos.
Con el acelerador a fondo y Petro no despega
El noticiero CM& presentó el día de ayer los resultados de una encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría, entre el 19 y el 21 de febrero. Esta encuesta es muy importante dado que es el primer termómetro que indica cómo está la situación electoral desde que inició la crisis de las basuras versión 2018.
Para Petro ese tema es crucial: reaccionó única y exclusivamente al resultado en la capital con un trino en el que se puede leer más de lo que está escrito: ese 32% de favoritismo que para cualquier otro candidato hubiera sido una buena noticia no lo es para Petro quien deseaba que el efecto de la crisis en Bogotá lo hubiese impulsado más lejos.
Es cierto que pueden venir más escándalos desde la administración de Peñalosa, pero ese pedal de acelerador prácticamente está al fondo y las mejoras en el favoritismo de Petro serán marginales: son demasiados los capitalinos que recuerdan que en diciembre de 2015 no vivían propiamente en un paraíso y sospechan que la semilla de lo que se vive hoy ya estaba sembrada desde esa época.
El llamado techo en las encuestas parece estar frenando al exalcalde, cuya estrategia mala leche de desearles el mal a los bogotanos en lugar de darle votos se los está quitando.