Algunas de las preguntas frecuentes en consulta son: ¿qué debo hacer para que a mi hijo no le de tanta gripa?, ¿hasta cuando va a tener esa rinitis?, ¿por qué será que aunque yo le doy todos los inhaladores el niño sigue malito? Y la respuesta, muchas veces, la encontramos en la lonchera.
Solo una mirada integral nos permite entender al ser humano como un todo y no por partes, las mucosas que tapizan las vías respiratorias, como la nariz, los bronquios y los pulmones, guardan muchas similitud entre las que tapizan el estómago y los intestinos e incluso también con las que tapizan el tracto urogenital; dicho de una forma más sencilla es la misma mucosa, solamente que está en partes diferentes pero estrechamente comunicadas entre sí.
Esta relación directa entre las mucosas nos permite entender porqué lo que suceda en el intestino puede afectar a los pulmones, por eso cuando se consumen alimentos altamente histamínicos o inflamatorios como los embutidos, azucarados , leche y sus derivados , el cerdo y la comida de paquete, —en especial la de color amarillo, por su alto contenido en tartrazina— casi de manera inmediata se desencadena una reacción alérgica en las vías respiratorias y el niño presenta rinitis alérgica, sinusitis, tos, mocos, gripa e incluso puede desencadenar una crisis asmática.
Si revisamos una lonchera promedio, ¿qué encontramos?: un paquete de frituras, como papas fritas, o una salchicha —que si no la lleva es por que se la dieron al desayuno—, o un derivado lácteo tipo yogur con carga de dulce adicional como las que traen los postres lácteos. Y de los de los jugos naturales ni hablar, pues son reemplazados por uno de cajita también cargados de colorantes y azúcar. Con esta mezcla tenemos suficiente para garantizar una rinitis por lo menos una semana. Pero como sí fuera poco al otro día y por el resto de la semana, se la repetimos. Observe usted que en el supermercado todos estos productos vienen empacados en paquetes de seis unidades.
Por lo tanto, si procuramos retirar estos productos de la lonchera y de las costumbres alimenticias de la familia, estaremos alejando todas las enfermedades que ellos generan a nuestros niños. Y de paso evitando las visitas recurrentes a los servicios de urgencias donde después de varias horas de espera terminan diagnosticando lo mismo que la última vez, con una fórmula que en el mejor de los casos llevará lo mismo de la última vez, o aún peor, con recomendaciones para el uso de potentes corticoides que solo dan alivio.
Podemos enseñarles a los niños que coman frutas naturales, que reemplacen la leche de vaca por leche de almendras y que si quieren una salchicha que se la coman, pero hecha con soya y verduras. (Son fáciles de conseguir hoy en día). Esta es la estrategia de la lonchera, pero para que funcione con sus niños, usted como padre de familia debe ser el primero en ¡cambiar su propia lonchera!