El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) casi no hizo énfasis en su estrategia para detener la violencia en el país. Cuando era candidato, se opuso rotundamente a tener a los militares en las calles haciendo labores de seguridad pública. No obstante, como presidente electo cambió esa posición (por alguna razón que no explicitó claramente).
A tan sólo dos semanas de empezar su gobierno, López Obrador anunció el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024. Hacer esta presentación tan retardada en comparación con sus programas sociales (becas, pensiones, etc) y de sus proyectos de inversión (aeropuertos y trenes) demostró que AMLO no tenía una estrategia clara de pacificación. Y lo peor era que el plan tampoco definía los pasos a seguir a corto y mediano plazo.
El plan establecía 8 componentes:
- Erradicar la corrupción y reactivar la procuración de justicia.
- Garantizar empleo, educación, salud y bienestar.
- Pleno respeto y promoción de los derechos humanos.
- Regeneración ética de la sociedad.
- Reformular el combate a las drogas.
- Emprender la construcción de la paz.
- Recuperación y dignificación de las cárceles.
- Seguridad pública, seguridad nacional y paz.
Con esto quedó en evidencia la concepción del presidente y su equipo: “la pacificación del país es producto de la política social que fomenta bienestar”. Y aunque esta idea podría tener sentido en el largo plazo, no podía disminuir la violencia en el corto plazo.
Y así lo ha demostrado la cifra de homicidios esperada para 2019: más de ¡36 000 asesinatos!
Los hechos muy violentos han continuado. Destaca Minatitlán (abril), Aguililla (octubre), Culiacán (octubre), La Mora (noviembre).
A pesar de que el Plan apostó de manera decidida a la salida militar ante el problema de la seguridad pública a través de la creación de la Guardia Nacional, falta mucho para vislumbrar un cambio en la tendencia para que finalmente vaya a la baja.